domingo, 6 de marzo de 2011

αλάτεια


Las 2 Galateias, ‘blanca como la leche’a y b, el cíclope Polifemo, Pigmalion y demas panda.

El poeta latino Ovidio narró en Las metamorfosis (libro 10) el mito del rey de Chipre Pigmalión y la estatua Galatea (que en el poema no recibe ningún nombre). Al rey no le gustaban las mujeres porque las consideraba quisquillosas e imperfectas, y llegó a la conclusión de que no quería casarse nunca y vivir sin ningún tipo de compañía femenina. Con el paso del tiempo, el rey se sintió solo, y comenzó a esculpir una estatua de marfil muy bella y de rasgos perfectos. De tanto admirar su obra se enamoró de ella.

El rey se sentía atraído por su propia obra, y no podía dejar de pensar en su amada de marfil. En una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Venus que se celebraba en la isla, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida a su amada estatua. La diosa, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Pigmalión no entendió la señal y se fue a su casa muy decepcionado.

Al volver a casa, contempló la estatua durante horas. Después de mucho tiempo, el artista se levantó, y besó a la estatua. Pigmalión ya no sintió los helados labios de marfil, sino que sintió una suave y cálida piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador. Venus terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad. De esa unión nació Pafo, que dio su nombre a la isla de Pafos.

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