domingo, 27 de marzo de 2011

ERA LA PIRAGUA

Macondo, la ciudad fundada por José Arcadio Buendía en Cien años de soledad, inspiró un par de cumbias muy arraigadas en el inconsciente sonoro del macizo andino. Una de ellas, Me voy pa’ Macondo, compuesta e interpretada por los colombianos Los Hispanos, fue muy popular en Chile con la versión de Giolito y su combo. Sin embargo, el diálogo sonoro de la selva y el caribe con la zona austral del continente encuentra en Macondo, de Luisín Landáez, un momento fundacional. Será este crooner venezolano quien instala la cumbia en Chile al radicarse en el país en 1962. La letra del Macondo de Landáez es menos trivial que la de Los Hispanos. Diría, incluso, que su inmortal cumbia involucra un afán didáctico por la novela de García Márquez que me recuerda, en lo rebuscado de la síntesis, a Nelly Richard. De hecho Luisín Landáez es a la “cumbia chilena” lo que la Richard es a la “crítica cultural”. Macondo aparece en el álbum Las cumbias de Luisín (RCA Víctor, 1964) y junto al disco Explosión en cumbias (Phillips, 1966) de La Sonora Palacios conforman el puntapié inicial para popularizar los ritmos tropicales en una variedad de estilos cumbiancheros (tecnocumbia, bailanta, cumbia ranchera, sound, villera y más) en una país con falta de soltura de caderas para bailar.

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