miércoles, 23 de diciembre de 2009

"La crueldad no es otra cosa que aquella energía del hombre que la civilización no ha corrompido todavía" (Marqués de Sade)



Tercera parte y termino.

Es preciso iniciar un proceso de selección que, de manera similar a un estomago, digiera el bombardeo de imágenes al que nos enfrentamos. Para ello el cine inicia con Isidore Isou una veta todavía no explotada de pulimento y selección que, mediante el ejercicio de la recodificación (sampler) de materiales previos, no añade nada sino que borra y pule hasta los elementos mínimos necesarios, generando una criba y, complementariamente, un canon. La primera reflexión del cine dentro del cine es un ejercicio de limitación formal, de diferencia creativa (en este caso entre el sonido y la imagen). La autoconciencia creativa como fin en si mismo es la condición de posibilidad de un arte político. El papel que el arte represente ante la sociedad vendrá determinado por el papel que el arte interpreta ante sí, esto es, la relación entre el deber-ser y el ser de lo artístico, entre las pretensiones deseadas y la realidad efectiva. Allí donde el papel es ignorado surge una estricta identidad entre intencionalidad y creación: la intención del autor agota las posibilidades interpretativas de la obra. Surge en el arte in-diferencia creativa, una identidad entre la obra y el autor, un principio de alienación social. El artista ignorante es el primer alienado, el contenido de su obra no hará sino reproducir los esquemas de su actitud vital, sin embargo el artista autoconsciente de la herencia, se encuentra limitado por su conocimiento, su genialidad se reduce a la estricta reproducción. Su función es la de crear posibilidades de interpretación siempre nuevas para una obra de la que se desvincula y nunca más le pertenece; tal obra forma parte del acervo común de la cultura.

PD. Domingo (padre), ya tenemos película.

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