viernes, 3 de septiembre de 2010

Un rostro. Un aura.


En el culto al recuerdo de los seres queridos lejanos o difuntos tiene el valor de culto de la imagen el último refugio actualmente. En la exposición fugaz de un rostro humano en las fotografías más antiguas destella el aura por última vez. Y eso es lo que constituye la melancólica y a nada comparable belleza de aquellas. (W. Benjamin)

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