El ex-quebrantahuesos Enrique Lihn, en 1984 ... mejor dejaré que él lo cuente:
"La expresión 'contracultura' (que no es ni la acultura ni la anticultura que definen al régimen y a la década) es complementaria a la de 'contraarte'. Conviene definir esta última con una práctica y un ejemplo concreto: el proyecto Adiós a Tarzán, que reunió a un grupo heterogéneo de personas y algunas 'personalidades' en el espléndido parque, ya bastante selvático, del ex-fundo Santa Rosa de las Palmas, en Talagante. Fue un proyecto 'contraartístico' que se programó como un video cualquiera subtitulado 'Tema Libre'. El rudimentario guión comprendía, primero, la llegada de los invitados al lugar; y luego, su aparición en escena, disfrazado cada cual según el rol que hubiera querido jugar en una de las 18 películas de Johnny Weissmüller, fallecido el 21 de enero en Acapulco.
Los de más edad entre los participantes en el acto habían visto a Tarzán en las matinés de su infancia o leído las novelas de Rice Burroughs; pero confiaron, ante todo, en las vaguedades significativas de la memoria y en los elementos de vestuario que les proporcionara el baúl de las cosas perdidas. (...) El entierro festivo del mito encarnado por Weissmüller (hubo cinco tarzanes antes que él y once posteriores, todos olvidados; y se hizo usual, en homenaje al actor, dar el nombre de Tarzán a los perros mascotas en la URSS) podría ser un 'punto de unión de todos los chilenos', como sigue: contra la dictadura (Tarzán tuvo la suerte de dominar a los gorilas); (...) y como la denuncia irónica de la inserción de imágenes hollywoodenses en el 'inconsciente colectivo' latinoamericano. La llamada alienación cultural tiene su lado entre cómico e inofensivo.
Participaron en el acto familias enteras (...) Un exceso de gente, alguna mal informada, por lo demás, sobre el acto, e incontrolable para un director de escena improvisado, se concentró bajo los árboles exóticos, junto a una piscina más tractiva como tal que como el símbolo del río o la laguna en que Tarzán salvaba a Jane, con reiteración maniática, de los cocodrilos. Aunque los niños lo hicieron bien, los grandes -salvo excepciones- daban la impresión de estar aburriéndose o divirtiéndose en una matiné artificial, trabados en la cámara. El proyecto comprendía una gran fotografía alrededor de una especie de capilla ardiente en que los invitados, esgrimiendo pancartas, se despedirían de Tarzán. En los carteles, se leían cosas como éstas: 'Avanzar sin Tarzán', 'Tarzán, hombre de pocas palabras y de un sólo grito'.
La organización en torno a la capilla fue caótica; no así el gran lienzo colectivo (...) Este es material rescatable junto con algunas de las entrevistas. El video podría montarse, agregándole elementos y excluyendo otros. Se trata, pues, de un fracaso provisional. Pero el paso del Arte con mayúsculas a una zona de emergencia en que renuncia a la galería, al museo o al escenario y se resuelve en una respuesta a los estímulos del momento y en la improvisación declarada (pero ojalá organizada), tiene importancia y sentido. Está vigente, asimismo, la necesidad de incorporar el humor a la resistencia cultural o contracultural a la dictadura, en conformidad al espíritu lúdico de los paros. El gobierno militar, cuya maquillada imagen 'cultural' es de una gravedad irrisoria, carece por completo de la seriedad que puede tener el humor. Me permitiré citar a Clement Greenberg: 'Tal vez la política siempre es kistch. Con lo que quedaría demostrado que no puede existir acuerdo entre política y arte. Pero quizá fuera mejor afirmar que la 'mala política' es kistch, o que por lo menos son las dictaduras'. Para más adelante, una definición del concepto de kistch."
"La expresión 'contracultura' (que no es ni la acultura ni la anticultura que definen al régimen y a la década) es complementaria a la de 'contraarte'. Conviene definir esta última con una práctica y un ejemplo concreto: el proyecto Adiós a Tarzán, que reunió a un grupo heterogéneo de personas y algunas 'personalidades' en el espléndido parque, ya bastante selvático, del ex-fundo Santa Rosa de las Palmas, en Talagante. Fue un proyecto 'contraartístico' que se programó como un video cualquiera subtitulado 'Tema Libre'. El rudimentario guión comprendía, primero, la llegada de los invitados al lugar; y luego, su aparición en escena, disfrazado cada cual según el rol que hubiera querido jugar en una de las 18 películas de Johnny Weissmüller, fallecido el 21 de enero en Acapulco.
Los de más edad entre los participantes en el acto habían visto a Tarzán en las matinés de su infancia o leído las novelas de Rice Burroughs; pero confiaron, ante todo, en las vaguedades significativas de la memoria y en los elementos de vestuario que les proporcionara el baúl de las cosas perdidas. (...) El entierro festivo del mito encarnado por Weissmüller (hubo cinco tarzanes antes que él y once posteriores, todos olvidados; y se hizo usual, en homenaje al actor, dar el nombre de Tarzán a los perros mascotas en la URSS) podría ser un 'punto de unión de todos los chilenos', como sigue: contra la dictadura (Tarzán tuvo la suerte de dominar a los gorilas); (...) y como la denuncia irónica de la inserción de imágenes hollywoodenses en el 'inconsciente colectivo' latinoamericano. La llamada alienación cultural tiene su lado entre cómico e inofensivo.
Participaron en el acto familias enteras (...) Un exceso de gente, alguna mal informada, por lo demás, sobre el acto, e incontrolable para un director de escena improvisado, se concentró bajo los árboles exóticos, junto a una piscina más tractiva como tal que como el símbolo del río o la laguna en que Tarzán salvaba a Jane, con reiteración maniática, de los cocodrilos. Aunque los niños lo hicieron bien, los grandes -salvo excepciones- daban la impresión de estar aburriéndose o divirtiéndose en una matiné artificial, trabados en la cámara. El proyecto comprendía una gran fotografía alrededor de una especie de capilla ardiente en que los invitados, esgrimiendo pancartas, se despedirían de Tarzán. En los carteles, se leían cosas como éstas: 'Avanzar sin Tarzán', 'Tarzán, hombre de pocas palabras y de un sólo grito'.
La organización en torno a la capilla fue caótica; no así el gran lienzo colectivo (...) Este es material rescatable junto con algunas de las entrevistas. El video podría montarse, agregándole elementos y excluyendo otros. Se trata, pues, de un fracaso provisional. Pero el paso del Arte con mayúsculas a una zona de emergencia en que renuncia a la galería, al museo o al escenario y se resuelve en una respuesta a los estímulos del momento y en la improvisación declarada (pero ojalá organizada), tiene importancia y sentido. Está vigente, asimismo, la necesidad de incorporar el humor a la resistencia cultural o contracultural a la dictadura, en conformidad al espíritu lúdico de los paros. El gobierno militar, cuya maquillada imagen 'cultural' es de una gravedad irrisoria, carece por completo de la seriedad que puede tener el humor. Me permitiré citar a Clement Greenberg: 'Tal vez la política siempre es kistch. Con lo que quedaría demostrado que no puede existir acuerdo entre política y arte. Pero quizá fuera mejor afirmar que la 'mala política' es kistch, o que por lo menos son las dictaduras'. Para más adelante, una definición del concepto de kistch."
(Publicado en revista Cauce, número 7, 1984)
No hay comentarios:
Publicar un comentario