viernes, 3 de septiembre de 2010

es curioso: apenas tengo fotografías con mis amigos. Ahora con los que han muerto siento que mis fotofobia era una absurdo completo. Me acuerdo de los días en La Habana. Brea acudía por primera vez a la isla con motivo de la Bienal. No se me olvidará: con chaqueta de cuero. El calor era tremendo: el tipo estaba, literalmente asado. Quiso dar una conferencia que era un listado de tesis en los que anunciaba, como era su costumbre, una transformación radical de la cultura. Algo así como e-chek-capital. El fluido eléctrico se cortó y los ordenadores y el cañón K.O. Cuauthemoc Medina le pegó un rapapolvo de impresión. Domingo y yo, en plan reivindicativo, nos quitamos luego las camisas y le levantamos en volandas. Casi pega con el techo con nuestro delirio costalero. Estaba presente, entre otros, Ángel Marcos. Brea, subido a lomos tan caóticos, estaba abrumado. Pensaba que había algo de cachondeito y no se equivocaba. Con todo, al bajar nos pegó, cosa poco habitual en alguien tan tímido, unos abrazos cómplices. Se que se hicieron fotos. Me encantaría volver a verlas. Seguro que, con el mundo que es redondo, un día las tengo bajo mis ojos.

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