jueves, 9 de septiembre de 2010

"La simpatía de Dostoieski hacia el delincuente es realmente ilimitada; va mucho más allá de la simple compasión, a lo que puede aspirar el desgraciado, recuerda el respeto que a los antiguos inspiraba al epiléptico y el demente. El criminal es casi para él como un redentor, que ha tomado para sí la culpa que de otro modo habrían tenido que soportar los demás. Uno no necesita ya asesinar después de que él ha asesinado y tiene que estarle agradecido, pues de otro modo hubiera tenido uno mismo que cometer el crimen" (Sigmund Freud: "Psicoanálisis del arte").

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