jueves, 8 de octubre de 2009
ya Cage preguntaba por qué tiende la cultura hacia el aburrimiento. ¿Qué hace que consideremos que algo sumamente aburrido es interesante? Hacer reir no solo es innecesario sino, estructuralmente, malo. Solo un bufón puede tener esas intenciones. La frivolidad acompaña a los que se entregan al humor. Lo importante es estar rígido como una tabla, poner cara de amargura, engolar la voz y evitar cualquier desliz. Lo cotidiano, lo banal, lo que pasa debe ser filtrado por el criterio del rigor o, para ser más preciso, del rigor mortis. Y, sin embargo, sin empatía o cuando falta la simpatía no se consigue nada. Ellos sabrán porque ejecutan esas patéticas exhibiciones de academicismo hueco. Mi reino, lo digo en plan delirante, no es de este mundo. En cualquier caso, esto es algo que pasa "all around the world". En cierta medida, parece que el pasaporte cultural obliga a ciertas poses y pajas mentales, a protocolos pesadísimos y a besamanos interminables. Lo malo es que eso es lo que enseñamos (me incluyo en cierta medida) a nuestros alumnos y es lo que ve la gente joven como modelo instalado y hegemónico. Luego nos sorprenderá que los recien llegados nos superen en burocracia. Serán un poco cretinos pero no ignoran las reglas que les están permitiendo trepar. Llegarán con nuestras leyes y las impondrán con mayor frialdad y dogmatismo. Nos está bien empleado: ahora comenzamos a vislumbrar un horizonte patético, un mundo atonal. Descorazonador.
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