Aparece en televisión una noticia desconcertante. Unos policias entran en un burdel. Hasta aquí todo normal, evidente de suyo. Unos policias de servicio entran en un burdel con orden de registro. La cosa se va volviendo turbia e irreal. Unos policias del municipio de Madrid, estando de servicio, entran en un burdel con orden de registro, ningún proxeneta o prostituta detenido. Momento de incertidumbre total. Unos policias del municipio de Madrid, estando de servicio, entran en un burdel con orden de registro, ningún proxeneta o prostituta detenido; su objetivo: liberar a dos peluqueras con contratos ilegales que trabajaban en un sotano hasta altas horas de la noche peinando a las damiselas.
Dudas surgidas:
1. ¿Es la prostitución un oficio reglado por medio de contratos legales?
2. ¿Por qué no mencionan la nacionalidad de las susodichas explotadas peluqueras, encontrandose rodeadas de extranjeras cuyas esperanzas por el viejo mundo se trocaron en tragedia silenciosa, callada, tragedia eyaculada en medio de la garganta?
3. ¿No tienen otro fin las noticias que la ironía de clientes, indiferencia de espectadores, beneficio de empresarios e inversores, aumento de share, resignación de oprimidos, justicia de charlatantes y, en definitiva, ausencia de respuesta por parte de los complices de la realidad, esto es, todos nosotros?
Se ruega celeridad en la respuesta
jueves, 8 de octubre de 2009
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