Se trata del guiso más indiscutiblemente gijonés de todos. Gijón mira al mar, y huele a mar cuando el Cantábrico golpea los muros de la playa de San Lorenzo con toda su fuerza.
La playa huele a verano, a niños corriendo entre el pedreru, a bocadillos de tortilla y helados, y también a marisco, a los ermitaños y camarones que el Minichef "carreta" en el caldero orgulloso de sus capturas.
Y a pulpo, ese invertebrado extraordinariamente inteligente capaz de mimetizarse entre las rocas que le sirven de hogar. Poseedores de una vista aguda capaz de adaptarse a los cambios de luz, aprenden observando y tienen un potente sentido del tacto, son, sin embargo, animales completamente sordos y deben adquirir todos sus conocimientos por sí mismos ya que, tras la copulación, el macho se va a comprar tabaco y evidentemente no vuelve, y la hembra cuida de sus casi 150.000 descendientes sin ingerir alimento hasta que éstos eclosionan y tras el alumbramiento muere de inanición.
Para su elaboración necesitamos:
- Un pulpo de tamaño medio (2 kg), congelado al menos 24 horas antes.
- 1 cebolla.
. Un pimiento verde si es pequeño, medio si es grande.
- 2 dientes de ajo picados.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Pimentón dulce y picante (éste último es opcional).
- Patatas.
A pesar de ser un plato muy conocido en su receta a la gallega, el pulpín del pedreru es el gran desconocido para la gastronomía de nuestro país. Típico en nuestras sidrerías, en los chigres de Gijón acompañado de sidra y un buen pan.
martes, 22 de febrero de 2011
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