martes, 1 de febrero de 2011

CON EL PETARDO A LA OREJA, EL ACEITE SE DERRAMA EN EL CASCARON DEL ESCARABAJO


Contenedores de grillos, dinastía Ch'ing (1644-1912). Vasija labrada y decorada con incrustaciones de marfil y carey. Imagen e información: Minneapolis Institute of Art.


estado larval y los colocó en una pecera llena de pequeñas piezas de oro, perlas, ópalos, lapis lazuli, coral, rubíes, zafiros y diamantes. El resultado son estos singulares capullos de joyería que dan pie a una discusión, ¿el insecto es un instrumento al servicio del artista quien solamente le provee de la materia prima? (Vía Cabinet Magazine) Inquieto por mi descubrimiento, realicé una búsqueda con el tema de los ‘insectos en el arte’ y me encontré con ejemplos que consideré burdos; la obra de los tricópteros de Duprat es más elaborada y menos intrusiva en comparación a los sujetos que mojan con pintura las patas de escarabajos para crear cuadros abstractos, en una especie de pinceles vivientes.







En todo caso, si van a interrumpir su ciclo de vida, prefiero lo que hacen los científicos: en marzo de este año, el DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), el laboratorio civil patrocinado por el ejército de Estados Unidos, anunció que desarrollaba insectos cyborgs para realizar operaciones de reconocimiento. El secreto era insertar MEMS (acrónimo para sistemas micro-electromecánicos), dentro de las larvas de insectos voladores para que de esta manera su organismo creciera adaptado a estos (Vía Wired). Lo que no han resuelto es que las criaturas vivan lo suficiente para el momento en el que se les necesite, pero un investigador del Georgia Tech asegura haber resuelto el problema aunque no especifica como. Lo más interesante es el asunto para controlarlos remotamente: por medio de feromonas, y en un caso extremo con interfaces neuronales. Estos es rock. Extraño las películas de monstruos gigantes, ¿qué hay de las tarántulas, hormigas y polillas desproporcionadamente enormes? Literalmente grandes metáforas de las armas de destrucción masiva.






En China, la tradición de tener grillos en jaulas empezó con la dinastía T’ang (618-907), para que los dueños pudieran colocarlos al lado de la cama y disfrutar de su canto; son símbolos de buena suerte, emblemas del verano y metáfora del valor. Se cree que la costumbre la iniciaron las damas de la corte imperial y el pasatiempo se extendió, hasta que durante la dinastía Ming (1368-1644) los grillos eran criaturas tan preciadas que se les alabó en poemas y fueron objeto de estudios académicos. Para mantenerlos, los artesanos elaboraron hermosas canastas, jaulas y contenedores, especialmente una vasija generalmente adornada con vistosos dibujos y que a la fecha se pueden encontrar en los mercados chinos. La pelea de grillos se convirtió en un pasatiempo popular que se desarrolló a partir de la dinastía Sung (960-1279).



Ring para pelea de grillos; los contrincantes se introducen por la puerta pequeña, en medio hay una tabla para separarlos y es levantada para que inicie el combate. Imagen e información: Minneapolis Institute of Art.



Para los estadounidenses de siglos pasados, la idea de tener un insecto como mascota resultaba un poco extraña, aunque la excusa del propósito científico justificó el invento de Frank Eugene Austin, profesor de ingeniería eléctrica en la escuela de ingeniería del Darthmouth College, E.U.; en 1937 patentó un contenedor escénico para insectos sociales: la famosa granja de hormigas, conocida como la Austin Ant House, tan popular que se surtían pedidos de 400 contenedores diarios. Aquí se pueden consultar los detalles de la patente (Vía Google Patents).

Las diferencias culturales respecto a los insectos se pueden percibir en dos clases de artefactos diseñados para su contemplación. Los chinos y los griegos se sentían fascinados por el canto de los grillos; eran mascotas muy preciadas y formaban parte de su mitología. En los poemas de Teócrito de Siracusa (310-250 a.C.) se encontró la palabra akridothera, que se refería a una jaula para estas criaturas. También Erinna, una discípula de Safo de Lesbos, describe alrededor del año 600 a.C. su lamento por la muerte de un insecto cantor cautivo. Este era el aspecto de aquellos contenedores:


Gerardo Sifuentes

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