sábado, 12 de febrero de 2011
caminata de cuatro horas hasta La Risca, una fractura metamórfica que acojona (35 metros de caída vertical) de ahí a un mina de arenas del cretácico y luego a un molino en ruinas, por último un pueblo abandonado o casi bombardeado. Todas las casas con las puertas abiertas, los techos caídos, las ventanas arrancadas, las paredes agrietadas. La iglesias con cientos de tablas por el suelo. Alucinante y de miedo. A la vuelta, llamada de Domingo que me dice que no existen las diapositivas. Lo que tiene es más cara que espalda. No quiere que se le queme la de Utray cuando su imaginario es inífugo. Me explicó no se que hostias de un CD y de un scanner. Casi me caigo en un agujero del camino por escuchar tanta escusa patética. Ojalá me hubiera dado la diapo para que la arrojara a la Risca que es lo que el viejo maestro de la dentadura postiza habría querido. Así no avanzamos.
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