domingo, 1 de noviembre de 2009
Contra el contrato
Bajo el contractualismo político se encuentra in nuce, como bien apunta Negri, la posibilidad de alienación de las libertades individuales y los pilares para la fundamentación de la monarquía absolutista y del capitalismo moderno. De hecho, toda teoría contractualista presenta una escisión entre un estado "natural" previo y el estado actual de derecho que debería ser calificada como mera proyección. Esta proyección fundamenta el estado político de un determinado periodo histórico, colmando el interés siempre presente de fundación jurídica del derecho, retrotrayéndose para ello a los orígenes míticos de la cultura. Estos orígenes, tanto para Hobbes como para Rousseau, se encuentran marcados por la alienación "en el origen" de las libertades individuales en favor del traspaso de poderes: del individuo al Estado soberano. Es por ello necesario reconocer que "la teoría contractualista no tiene, salvo en situaciones limítrofes y abiertas a la innovación o subversión del paradigma, una naturaleza sociológica, sino inmediatamente jurídica: es decir, que no se plantea como explicación del proceso de asociación del ser humano y de la constitución de la sociedad civil, sino como legitimación de la constitución de la sociedad política y del traspaso de poder de la sociedad civil al Estado. La teoría del contrato social es una ficción sociológica explícita para legitimar la efectualidad del traspaso de poder y en consecuencia fundamentar el concepto jurídico del Estado." En definitiva, este retrotraerse a los orígenes de la cultura no tiene como objetivo la dilucidación de los patrones de asociación propios del ser humano, sino la fundamentación de una ideología pre-analítica que es considerada como verdadera.
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