La canasta de baloncesto junto a las perreras, ahora se ha convertido en una casa demo almacen donde
la barchetta dada de baja temporal dormirá su siesta como lo hace la rojita en Dublin. Las emociones se disparán cuando habla gente realmente apasionada. Nos entregamos a nuestras ideas y vemos el futuro.
Dinamit
Pensar filosóficamente, ¿es posible desde la cátedra, desde el laboratorio, desde la praxis política? Pensar, ¿es escribir, es hablar, es comunicar, es transmitir, es enseñar? La relación entre estos términos da bastante qué pensar. Blanchot señala una y otra vez la asimetría que se produce en la relación maestro-discípulo: el guión que los separa y aproxima es en realidad el signo de una distancia infinita, de un abismo, de una irrupción —irreductible— de lo desconocido. El maestro “no está destinado a allanar el ámbito de las relaciones, sino a trastornarlo; no a facilitar los caminos del saber, sino, en un principio, a hacerlos no sólo más difíciles, sino propiamente infranqueables”2. El-que-sabe no tiene por misión borrar la distancia
respecto de el-que-no-sabe, sino afirmarla: la distancia es la emergencia de lo desconocido, y sólo es posible conocer (filosóficamente) si lo conocido, lo que llega a volvérsenos habitual, familiar, conserva las huellas de su extrañeza radical.
sábado, 10 de noviembre de 2012
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