"El capitalismo en declive se enfrenta a un grave dilema: cualquier cosa de calidad que pueda producir se convierte casi invariablemente en una amenaza para su propia existencia. Los avances culturales, al igual que los avances científicos e industriales, corroen la sociedad que los hace posibles. En este sentido, hoy más que nunca se hace necesario citar a Marx al pie de la letra. Hoy ya no buscamos en el socialismo una nueva cultura -que surgiría inevitablemente cuando llegue el socialismo-; lo que buscamos es, simplemente, preservar cualquier forma de vida cultural que tengamos en la actualidad" (Clement Greenberg: "Vanguardia y kitsch"). El crítico norteamericano escribió esto en 1939 pero hoy en el 2010 a las puertas del final de la primera década del siglo XXI estas palabras nombran nuestra precariedad, el abismo en el que toda cultura se precipita.