miércoles, 8 de diciembre de 2010


mínima hermeneútica de una fotografía: en un teatro vacío los dos Fernandos hablan de Louise Bourgeois. Concretamente el extraño asunto del "noli me tangere". Resulta que la abuela del arco de la histeria al final de sus días no permitía que nadie la tocara. Arrabal relata que enseñaba el liguero y hacía otros gestos obscenos pero no daba pie al contacto. Parece ser que incluso después de sus profesiones de ateismo había encontrado que había algo "más allá". Tras mi conferencia "Llegamos tarde a Reyjavik" (con mis homenajes a Fischer desde el teatro de la crueldad de Artaud), Arrabal me pidió que "aclaráramos algunas cosas". Nos quedamos sentados mientras todo el mundo se iba (tras un performance de Luan Mart en el que derramó semen sobre el rostro de la virgen y luego lo secó en plan peluquero-cirujano) y tan sólo su mujer, una amiga de ellos y unos admiradores (como locos por que les dedicaran unos libros del "maestro") permanecían en el salón de actos de la Facultad de Filología y Traducción de Valencia. Arrabal me interpeló por bastantes temas con su camiseta de Pipilotti Rist con la lengua fuera y yo le ofrecí mis peculiares versiones de los asuntos. No quería, para nada, que perdiéramos tiempo. Lo principal era, como dijo, "exprimir los conocimientos". Me pidió que continuáramos en el hall del hotel. Dicho y hecho. Allí la cosa derivó hacia Faustroll, esto es hacia el texto ilegible pero comentado de Jarry. Con la patafísica entre manos, en más de dos horas de charla animadísima intentamos evitar el despiste. Al final, como dos maravillosos gnomos, Arrabal y Sra. se despidieron. Me quedó el mejor sabor de boca. Había pasado el fin de semana anterior revisando "Vida la muerte". No es fácil encontrarse con los grandes. Y lo mejor de todo es comprobar que si son especiales es porque son los más sencillos. Nadie es capaz de reconocer sus conocimientos y cariencias con más oportunidad que Arrabal. Le intersa Gödel o los fractales, las peripecias del surrealismo o la sexualidad de Ortega y Gasset. Tiene una edad avanzadísima y solamente quiere saber más. Un ejemplo. Un magisterio. Un placer.

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