Tus expresiones dan lugar al reflejo de un hombre que toma prestado de lo más inmediato aquello que le sirve para entender lo que una película busca referirle a todo el centro de sus temores o expectativas.
Si bien todo texto esta atravesado por un rayo de seducción, este proteicamente se establece en la mente, de quien lo percibe, como el germen de una impresión que comienza a dar vueltas en el subconsciente hasta anegar toda la configuración cognitiva hacia un efecto boomerang donde la idea implantada por impresión resulta impresionada por lo que se desea como sujeto interprete. la carga de configuraciones centrífugamente se acelera hacia un centro reticular de atención poderosamente anti gravitacional donde las ideas buscan interconectarse para dar con explicaciones reveladoras. El sujeto nada en ese caldo discursivo enredando coherentemente lo que quizás verdaderamente pudo ver, envejeciendo de esta forma en el reducto de sus propios bucles de pensamiento, El viaje de ideas retrospectivamente lo van bajando por un ascensor de turista que lo estaciona más allá de sus propias convicciones ideológicas amorosas y lo llevan a ese limbo donde la incertidumbre de sus postulados son apenas reductos de un naufragio intelectual. Desde esa orilla sin salvavidas es desde donde le es necesario prodigarse un sistema de salida.
Es entonces desde ese limbo de dónde logra reclamar dándose cuenta que sus ideas están infectadas por un totémico principio que dirige sus pensamientos y que en este caso a pesar de ser antagonistas de lo que busca deslegitimar, lo recuperan de no entender, de ese envejecimiento dado por la carencia de los suficientes recursos que ayudan a edificar a escala su mundo coherente. Estableciendo así en su mismo limbo, el reconocimiento del espectador hedonista que fue en un principio y quién inocentemente se acercó a lo desconocido para tan sólo salir asombrado y con una idea ya inoculada en su atropellada mente postmodernista o iconoclasta.
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