parece que la cosa va de emplatados y estética gourmet.
Propongo la cosa: muselina de frambuesa con ceniza de puro robusto y bronce caramelizado, culminado por tatin de rábano japonés y finas rodajas de cordero lechal macerado en su propia sangre.
Agarrese el producto necesario a discrección, sométasele a cuantos tratamiento químicos y pirotécnicos sea oportuno y, finalmente, sírvase con nitrógeno a termartura ultra-glacial.
No olvidar el espolvoreado de ceniza de puro robusto, habano o dominicano, pero sin escatimar porque el amargor y la color de tal producto añade no solo bizarrismo sino repugnancia contundente.
Evitar comentarios escatológicos o sublimaciones.
Indicar con sutileza los productos que forman parte del platillo y ofrecer la alternativa de los famosos calamares a la roma que Avelino Sala ha glorificado en una entrada anterior.
jueves, 18 de marzo de 2010
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