sábado, 7 de noviembre de 2009

La filosofía de la concrección. Hegel

Leyendo a Hegel: el mejor. Una de sus muchas perlas:

"Es un prejuicio corriente creer que la ciencia filosófica sólo maneja abstracciones, vacuas generalidades; que, por el contrario, la intuición, la conciencia empírica de nosotros mismos, el sentimiento de nosotros mismos y el sentimiento de la vida, es lo concreto de suyo, el reino determinado de suyo. Es cierto que la filosofía se mueve en el campo del pensamiento y que versa, por lo tanto, sobre generalidades: su contenido es algo abstracto, pero sólo en cuanto a la forma, en cuanto al elemento. Pero, de suyo, la idea es algo esencialmente concreto, puesto que es la unidad de distintas determinaciones. En esto es en lo que el conocimiento racional se distingue del conocimiento puramente intelectivo; y la tarea del filosofar, a diferencia del entendimiento, consiste precisamente en demostrar que la verdad, la idea, no se cifra en vacuas generalidades, sino en un algo general que es, de suyo, lo particular, lo determinado. Cuando la verdad es abstracta, no es tal verdad. La sana razón humana tiende a lo concreto; sólo la reflexión del entendimiento es teoría abstracta, no verdadera, exacta solamente en la cabeza y, entre otras cosas, no práctica; la filosofía huye de lo abstracto como de su gran enemigo y nos hace retornar a lo concreto.”[1]

[Seguramente Hegel no reconocería en el placeres propios del contubernio por “la conciencia empírica de nosotros mismos, el sentimiento de nosotros mismos y el sentimiento de la vida“ la esencia filosófica del despliegue dialéctico del Espíritu. Pero, aquello que no podría negar es nuestra rabiosa concreción (y capacidad divagadora.]

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[1] G.W.F. Hegel: Lecciones sobre la historia de la filosofía, Ed. FCE, México, 1995, p.29.

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