sábado, 17 de octubre de 2009


anoche viendo "Man on wire" sentí las mismas ganas de llorar que el colega que tensó el cable para que Petit bailara en el aire entre las Torres Gemelas. Hasta el policía que subió a detenerle confesó, en el acto, que lo que estaba viendo era algo extraordinario: "nadie más lo va a ver en el mundo". Un "crimen artístico", un acto clandestino, una obsesión que tuvo que ser planificada. Sin red, entre las nubes, allí donde ahora tenemos el "Ground Zero", un tipo medio loco realizó una de las acciones más bellas y poéticas del siglo XX. Honor y gloria a los funambulistas. Ya están en el comienzo del Zaratustra nietzscheano y, sobre todo, no dejarán de ser recordados por aquellos que amán algo diferente a lo banal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario