miércoles, 23 de septiembre de 2009

"un mundo de sugestionabilidad pandémica" (Martin Amis). Eso hace posible desde la llamada "guerra contra el terrorismo" a la conversión de la mema de Belén Esteban en "heroina postmoderna". Pero también genera beneficios increíbles en la industria farmaceútica (me encantaría ver el stock caducado de Tamiflu), el todo-incluído del del turismo y la repercusión crítica (especialmente en El País) de un pintorcete como Barceló. Algunos dicen que hemos "regresado" a la Edad Media, otros juegan como si fueran personajes de la Tierra Media, en realidad lo que tenemo es mucha mediocridad.

1 comentario:

  1. La semana pasada, estando de galerías por Madrid y saltando, no sin dificultades, los socavones de Gallardón, choqué varias veces con los carteles que anuncian el último espectáculo de Rafael Amargo, basado en una conferencia de Lorca sobre la magia del arte. La imagen de ‘La difícil sencillez’ resultaba, cuando menos, chocante, y el gesto en primer plano del sudoroso coreógrafo parecía más falso que el flequillo del Dioni.

    Pero me gustó el título. Pensé en la sobriedad como aspiración de toda expresión creativa, en el ‘menos es más’ y otras citas famosas que aquí solemos defender. La sencillez escasea en el circuito artístico, y cuando emerge es bastante forzada. Aplaudimos la astucia de la raposa frente a la sabiduria del erizo. Admiramos a quienes atesoran objetos, actos o contactos, aunque sean superficiales, y olvidamos a quien apuesta por muy pocas verdades, con tres o cuatro amigos y una vida austera. Las exposiciones que estos días homenajean a Camín en varias salas de Gijón son una de esas excepciones que confirman la regla.

    Decía Oscar Wilde que los placeres sencillos son el último refugio de los seres complicados. Cuanto más sofisticado es un sistema también es más vulnerable. Un pequeño colibrí, una minúscula flor, son un milagro de perfección, ejemplo extraordinario de equilibrio vital. La elegancia y la excelencia, si son reales, caminan de la mano de una sencillez que no responde a cálculos premeditados.

    Algún lector dirá que estoy más colgado que las botas de Di Stefano. Es cierto. En mi defensa diré que las galerías visitadas me defraudaron, pero el barullo mediático de Amargo y sus recursos publicitarios me impactaron. Así, hoy he leído que es el primer artista español que promociona su espectáculo en Facebook, donde su ‘Fan Page Official’ se define como «el centro neurálgico de la estrategia de ‘personal branding en social media’ que están llevando a cabo la productora y el artista». Y aunque Camín no estaba en El Cartero, me he tomado unas sidras en su recuerdo.

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