miércoles, 30 de septiembre de 2009
Pausanias , en el camino de Mesene, vio en un templo a las Maniai, esto es, a la "Locuras". Los relatos locales las vinculaban a Orestes porque ese fue el lugar donde se volvió loco por matar a su madre: "No muy lejos -leemos en el minucioso relato del viajero- hay un montículo de tierra no muy alto, sobre él, un dedo de piedra. El nombre del montículo es "Tumba del Dedo". Aquí, dicen, Orestes se volvió loco y arranco de una mordedura uno de sus dedos". Anoche escuché el relato de Carlos Jiménez sobre un performer que un festival en Kali se había cortado el dedo meñique para luego devorarlo. Repliqué, ante tamañana chorrada, que lo mejor es que se hubiera mutilado otro dedo más "suculento" como el gordo del pie que tanto fascinara y horrorizara a Bataille. Ahora pienso que lo mejor es que conserven todos los apéndices porque así podrán, si lo desean, hacer zapping y otras zarandajas cuando la manía, las furias y el terror asaltes sus inanes mentes.
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Este asunto me acaba de recordar una película que me mantuvo en vela, con pesadillas, un montón de noches cuando era un chavalín. Se llamaba, por cierto, "Holocausto Caníbal". No se si era ficticia la historia, pero decían que era real...
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