martes, 22 de septiembre de 2009

en una entrevista, publicada en el último número de Revista de Occidente (340, Septiembre-2009), John Gray, profesor emérito de Historia de las Ideas en la London School of Economics y autor de libros de gran calado como Misa negra. Religión apocalíptica y muerte de la utopía (Paidós, Barcelona, 2008) intenta, como dice, persar "fuera del marco". Una de las respuestas más llamativas es la siguiente: "Los seres humanos nos hemos extendido tanto sobre el globo que la única solución es recurrir a la más alta tecnología y a las maneras menos naturales de vivir. Así que deberíamos abandonar completamente la agricultura, en vez de promover una agricultura más artesanal o el cultivo orgánico. Éstos deberían ser abandonados completamente en favor de la producción artificial de alimentos. De hecho ya podemos crear la comida, sintetizarla. Todvía no he estado en ninguno, pero me han dicho que hay algunos buenos restaurantes en el mundo que están experimentando con eso que llaman gastronomía molecular. ¿Hay uno en España, no? En estos temas medioambientales hay una mentalidad de fondo, muy primitiva y poderosa, que afirma que los humanos han dañado la vida natural, y por lo tanto deberían vivir más naturalmente, cuando en realidad deberíamos ser menos naturales". Me resulta difícil aceptar que la dieta del futuro sea la comida deconstruida del Bulli o la monástico-química de Mugariz. En Matrix hay una discusión, en un sórdido comedor, creo que de la nave de Morfeo, que intenta vindicar las virtudes de la comida sintética. El traidor, en cierta medida, se vende, a la manera bíblica, por un "plato de lentejas". La secuencia en la que saborea un filete que no es más que cibernético aclara más la cosa que la profecía nihilista del teórico.

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