Primer día de clase, las bromas estaban servidas como última resignación ante lo inevitable. Ya solo queda reírse de lo que se avecinaba como el primer día de la era Bolonia. Todo ello a pesar del plantén de manifestaciones planificadas en los momentos finales -una vez la reivindicación tomaba un cariz de absurdidez mayúscula, donde se mezclaban la desinformación, la malinterpretación y las pocas ganas de ir a clase sin solución de discontinuidad-. Todo ello a pesar de un sindicato de estudiantes que se mantuvo hasta el último momento pasivo y colaboracionista con el proyecto elaborado en Bolonia, hasta el momento, claro está, en que el recorte de presupuestos de la susodicha asociación de estudiantes por parte del gobierno estatal convirtió el problema en una cuestión personal. Todo ello a pesar, como no, de todas las carreras que pasarán a la Historia. Entre los estudiantes pre-bolonia cunde la sensación de formar parte de una reliquia de rigor y sistematicidad perdidos, que en realidad nunca existieron. Me refiero, para el que no lo sepa, no solo a estudiantes de carreras “minoritarias” como pueden ser Filosofía o Historia del Arte, sino masas ingentes de estudiantes de carreras estrella como Empresariales, donde cinco clases –solo contando el turno de mañana- de 150 personas por curso van directos al olvido.
Un cartel a la entrada de mi facultad reza:
“Spaghetti a la boloñesa:
pasta de estudiantes y salsa de empresa”
No creo que haya mejor resumen de lo que se avecina (y ya está aquí). Seguiremos, no obstante, informando desde la resistencia.
martes, 29 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario