miércoles, 30 de septiembre de 2009
Decididamente genial se me antoja en cambio la más reciente entrega de los americanos Kings of Leon. Tienen ya cuatro discos a sus espaldas pero he de reconocer que nunca les presté demasiada atención. Practicaban ―o eso me parecía a mí― un rock sureño del que ya tengo mis propios suministradores. Eso fue hasta que «Only by the night» (publicado en el 2008) se convirtió en la banda sonora de mis últimas navidades. Es la colección de canciones ideal para atravesar la ciudad ―siempre de noche― al volante. Este registro crepuscular les aleja de sus anteriores propuestas y les acerca a U2, claro. La banda irlandesa alcanzó un grado de perfección tal a la hora de poner música a nuestra urbana y nocturna contemporaneidad que me hizo pensar que ese género les pertenecía en exclusiva. Pues estos chicos de Nashville presentan su candidatura al trono con un disco de lo más sólido. Otro día les hablaré de Arcade Fire. De momento apunten este «Only by the night».
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martes, 29 de septiembre de 2009
SAN JUAN (AP) - Un hombre de 24 años que fue asesinado el viernes fue velado durante tres días de pie."Ese era su deseo, quería estar alegre, para'o, como era él, firme", le dijo Carlos, el hermano del occiso Angel Pantoja Medina, a un diario (El Nuevo Día). Damaris Marín, dueña de la funeraria que realizó los arreglos funerales, dijo que se pudo lograr mantener el cadáver de pie tres días por el tipo de embalsamamiento que se hizo. "Muchos funerarios nos han llamado para felicitarnos porque, por más que tu aguantes un cadáver, tienden a caerse. La clave está en el tipo de embalsamamiento, que no estuviera rígido, pero tampoco muy blandito", explicó Marín a la AP. Advirtió que por "cuestiones éticas" no podía dar detalles del tipo de embalsamamiento practicado al cadáver. Sólo dijo que el cuerpo "se sostuvo", expresó.Leer Más>>
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Spaghetti a la boloñesa (I)
Un cartel a la entrada de mi facultad reza:
“Spaghetti a la boloñesa:
pasta de estudiantes y salsa de empresa”
No creo que haya mejor resumen de lo que se avecina (y ya está aquí). Seguiremos, no obstante, informando desde la resistencia.
lunes, 28 de septiembre de 2009
¡Vaya noche!
el contubernio caníbal llega a su entrada 50 y no puede eludir la Historia, así con mayúsculas. El vídeo no tiene, como suele decirse, desperdicios. La cuadrilla política en el balcón parece que ha ingerido cantidades importantes de vino y licores de alta graduación. Los periodistas ponen en riesgo sus vidas trepando por las columnas, pero sobre todo el Caudillo está en todos sus estados.
domingo, 27 de septiembre de 2009
Últimamente echo de menos Madrid ―pronúnciese «Madriz», claro―. Como todo lo que se echa de menos con cierta intensidad, se trata de un objeto mítico, inexistente. Me refiero a ese Madrid literario, al de Larra pero también al del Café Gijón o la sala El Sol. Al Madrid de mentidero; de bullicio, peligro, pero también de creatividad.
Soy víctima fácil de según qué recursos, y caigo rendido ante ciertos homenajes. De los mejores y más efectivos que conozco son los versos que le dedicó Sabino Méndez y que paso a reproducir:
En las calles de Madrid
Madrid...
Sólo hay un secreto que me lleva hasta aquí.
Que ha muerto el silencio en las calles de Madrid.
Alma de Ceesepe late muy dentro de ti.
Piérdeme. La muerte será dulce... en Madrid.
Cuando los gamberros tienen acceso a un poder,
y cuando los dandis muestran su desfachatez.
Cuando sus mujeres se han negado a crecer.
Cuando la locura ha vencido a la vejez.
Madrid...
Llévame en tu coche a algún vicio por ahí.
Búscame en las ondas alguien que hable para mí.
Dile a Pepe Risi que ya puede sonreír,
él mató al silencio en las calles de Madrid.
Voces que respeto me han encaminado a un par de libros de Francisco Umbral, no sé si hago bien pero allá voy.
Unas notas sobre la parodia.
Una de las formas de escapar de la sordidez del presente puede ser parodiarlo, asumir que, donde está el peligro, surge lo que salva. “Las prácticas de la parodia pueden servir para volver a implicar y consolidar la distinción misma entre una configuración de género privilegiada y naturalizada y otra que aparece como derivada, fantasmática y mimética: una copia fallida por así decirlo”[1]. La parodia supone cierta capacidad de identificarse y aproximarse, implica en última instancia, una intimidad con la posición que el acto mismo de la reapropiación altera, lo que supone entrar en una relación de deseo y ambivalencia. Pero también debemos recordar que el papel crítico de la parodia es separar las formas, vaciarlas y demostrar su vaciedad adaptándolas de cualquier manera[2]. Sabemos que la mala lectura puede ser más importante que aquella que se legitima en la proximidad (close reading), es más, tradición se funda, en cierta medida, sobre un conjunto de traducciones equívocas[3], ese rumor o lapsus constante que sustenta el cogito interruptus contemporáneo (uno de los elementos estructurales del lodazal). El paradigma egipcio que impone la higienización museográfica permite, casi como un caos pactado, la irrupción de tradiciones perversas, que pueden colaborar a la ampliación del pastiche postmoderno[4]. El paso de la ilusión a la desilusión estética tiene carácter de duelo o bien lleva a un reciclaje de la Historia (cita, apropiación, imitación, etc.): una parodia y, al mismo tiempo, una palinodia del mundo del arte, en la que éste se venga de sí mismo, pareciendo buscar la redención en los desechos: “Por supuesto, este remake, este reciclaje, pretende ser irónico, pero esa ironía es como la urdimbre desgastada de una tela: no es más que el resultado de la desilusión de las cosas, una desilusión en cierta manera fósil”[5]. Hay que comprender, en medio de la proliferación del sarcasmo artístico, que la retórica de la desmitificación cínica exige cierta moderación. Nadie debe aprovecharse de la corrupción universal del sistema; es la vieja paradoja de la sátira: si todo el mundo está podrido, ¿quién queda para contarlo sino el misántropo?, de modo que sólo la ausencia de héroes da autenticidad al documento. En última instancia, la falsificación cínica es una trinchera en la que resistir frente a la Historia Unidireccional, cuando el destino de nuestra cultura es una ridiculez, cubierta de múltiples ornamentos, camuflada pero sin autoconciencia explícita de estrategia. El contextualismo que pretendiera dar una vía a las formas de resistencia[6] ha terminado por quedar atrapado, en muchos casos, por el mal de archivo: la musa museal ha narcotizado a los artistas díscolos, entregados, ahora, a lo divertido, al reciclaje, vale decir, a mantenerse a flote en el pantano. Nos queda el recuerdo consolador de Diógenes que, por lo que sabemos, no empleó las mañas del bricolage para conseguir que su tonel fuera más confortable, más raro o más provocador.
[1] Judith Butler: El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Ed. Paidós, México, 2001, p. 177.
[2] Cfr. Robert Klein: “Notas sobre la desaparición de la imagen” en La forma y lo inteligible, Ed. Taurus, Madrid, 1980, p. 344.
[3] Cfr. Harold Bloom: La Cábala y la Crítica, Ed. Monte Ávila, Caracas, 1992, pp. 52-54.
[4] “El pastiche es, como la parodia, la imitación de una mueca determinada, de un discurso que habla una lengua muerta: pero se trata de una repetición neutral de esa mímica, carente de los motivos de fondo de la parodia, desligada del impulso satírico, desprovista de hilaridad y ajena a la convicción de que junto a la lengua anormal que se toma prestada provisionalmente, subsiste aún una saludable normalidad lingüística. El pastiche es, en consecuencia, una parodia vacía, una estatua ciega: mantiene con la parodia la misma relación que ese otro fenómeno moderno tan original e interesante, la práctica de una suerte de ironía vacía” (Fredric Jameson: El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío, Ed. Paidós, Barcelona, 1991, pp. 43-44).
[5] Jean Baudrillard: “La ilusión y la desilusión estéticas” en La ilusión y la desilusión estéticas, Ed. Monte Ávila, Caracas, 1997, p. 15.
[6] Cfr. Boris Groys: “El contexto figurado” en Toponimias. Ocho ideas del espacio, Fundación “la Caixa”, Madrid, 1994, p. 54.
Si tuviera arrestos cogería un coche y conduciría hasta Valencia. No sé si habrá sitio para el rock por estos lares. Tanto da. Ayer «The Cult» tocaban en «La Riviera» madrileña. Sencillamente tiraron abajo el local.
Llevan en el negocio desde los ochenta. Ian Astbury (cantante) y Billy Duffy (guitarra) son los únicos miembros originales. Pero, qué diablos, todo esto lo pueden buscar en internet. En esta gira interpretan su disco «Love» casi al completo. Es la banda sonora perfecta para un mundo que se derrumba.
Unas noches atrás oí ―a voz en grito― una verdad en la calle Argumosa: «Mira ―dijo el viejo profesor― se pueden dar muchas vueltas a las cosas, pero lo importante es saber que el mundo se divide entre los que tienen talento y los que no. Y ya está. Da igual donde te sitúes tú: lo principal es que conozcas esa línea.»
Estos tipos lo tienen.
Todos estamos de acuerdo ―al menos, a ratos― en que esta sociedad de masas que habitamos es detestable; llámenme frívolo, pero si esa sociedad de marras me proporciona noches como la de ayer, bendita sea.
sábado, 26 de septiembre de 2009
El archivo, centro de nuestra economía y configuración epistemológica, se localiza o domicilia en la escena del desfallecimiento de la memoria, “no hay archivo –apunta Derrida- sin un lugar de consignación, sin una técnica de repetición y sin una cierta exterioridad. Ningún archivo sin afuera”. La estética de la desaparición, característica de lo que Weibel llama la era de la ausencia, asume que estamos en transformación, navegando por nuevos terrenos, como el double digital, en la disolución del cuerpo o en sus mutaciones, contemplando la dificultad para dotar al tiempo de plenitud. Acaba planteándose una encrucijada para el arte contemporáneo: “no ya –advierte José Jiménez- vanguardia o tradición. Sino compromiso, formal y temático, con una nueva sensibilidad temporal, con un uso creativo (y, en consecuencia, crítico) de las imágenes. O desaparición en la técnica, fundido en esa unidad técnico-comunicativa que constituyen los lenguajes hiperestetizados de la cultura de masas. En definitiva, estamos asistiendo al necesario nacimiento de una nueva moral de la actividad artística o a su disolución”.
Leon Kass, el consultor bioético de George W. Bush, sostiene en Beyond Therapy que existen muchas posibilidades de que en un futuro próximo surja un “management” farmacéutico del recuerdo con consecuencias definitivas para la sociedad humana. Lo sorprendente es que este profeta de la memoria expandida no haya sido capaz de evitar que el largo y funesto mandato del Presidente sea otra cosa que la materialización de la “política del loco”; afortunadamente, eso (esperemos antes de ingresar en la previsible decepción) formará pronto parte del inmenso solar del olvido. La época de la estrategia del terror imperial ha sido también la de la aceptación planetaria de los simulacros. Todo ha estado orientado, según Hans Magnus Enzensberger, a que podamos advertir cada vez más cosas pero a corto plazo. Almacenamos toda clase de datos, confiando ciegamente en los sistemas digitales, pero sabemos de sobra que lo que estamos haciendo es colaborar para que nada sea recordado. La inmensidad de los archivos es, en todos los sentidos, disuasoria. Nuestra contemporánea “teatrocracia” propicia los espectáculos de patetismo exhibicionista al mismo tiempo que desacredita como templos de lo rancio e inútil las instituciones tradicionales de la memoria, especialmente la biblioteca. Foucault comprobó que ese lugar estaba ocupado más por el polvo que por los libros y, en su indagación arqueológica, tomó partido por el archivo, esto es, por eso que habla sin imponer desde el principio el sentido o la dinámica del pensamiento. Con enorme lucidez Miguel Morey señaló, en las XII Jornadas de Estudio de la Imagen de la Comunidad de Madrid dedicadas a la cuestión del “mal de archivo”, que el archivo tiene por función cobijar aquello que no tiene sentido guardar en la memoria.
Lo que suena, según Jacques Derrida, en el mal de archivo (Nous sommes en mal d´archive) es una pasión que nos hace arder: incansablemente buscamos, allí donde lo real termina por sustraerse, un ámbito de sedimentación, el archivo para la confianza definitiva. Pero, finalmente, allí algo se anarchiva: “Es lanzarse –indica Derrida- hacia él con un deseo compulsivo, repetitivo y nostálgico, un deseo irreprimible de retorno al origen, una morriña, una nostalgia de retorno al lugar más arcaico del comienzo absoluto. Ningún deseo, ninguna pasión, ninguna pulsión, ninguna compulsión, ni siquiera ninguna compulsión de repetición, ningún “mal-de” surgirían para aquel a quien, de un modo u otro, no le pudiera ya el (mal de) archivo”. Esa pasión domiciliaria no es propiamente popular, antes al contrario los principales interesados son los arcontes que tienen el poder de interpretar los archivos y establecer (su) ley. No podemos dejar de subrayar que esta topo-nomología es paternal y, a pesar de sus promesas, radicalmente desordenada. Aunque es bastante frecuente que la reivindicación del archivo y de su “política” esté en boca de pretendidos “progresistas”, en última instancia ese sistema de consignación es instituyente y conservador. Derrida ha deconstruido, a partir de la letra freudiana, la economía archivística que estaría sustentada por una pulsión de pérdida: El archivo tiene lugar en (el) lugar del desfallecimiento originario y estructural de dicha memoria. Aquí se produce la capitalización de todo en un gesto que introduce el a priori del olvido y de lo archivolítico en el corazón del monumento.
Tenemos claro que la estrategia de la desfetichización que hizo furor en el post-conceptual de los años ochenta fue, en muchos sentidos, una manifestación completa de la impostura. El mercado mostró su capacidad adaptativa al conseguir colocar en el Museo los documentos de un presunto radicalismo, encantado de contar con colaboradores-crítico-institucionales. Lo importante era enmarcar e incluso ampliar al máximo todo aquello que tenía rasgos procesuales o era manifiestamente efímero. Con la coartada de contar “otra historia” podía producirse una tergiversación del sentido sin dejar por ello de ornamentar cínicamente el discurso con citas situacionistas o guiños de complicidad con el post-estructuralismo que aparecía como el perfecto aliado para darle el golpe de gracia a la Historia. El mal radical lo encarnaba el autor y, por supuesto, su excrecencia irrelevante: la obra de arte. El desbarre bienalístico tenía bastante con el vértigo del dossier y, por supuesto, con la cimentación del parque temático, mientras en el bunker glacial de la museística santificaban la documentación convencidos de que suena mejor archivo que almacén o tesoro. Hal Foster ha sostenido que la dialéctica de la reificación y la reanimación continúa precisamente cuando la reordenación digital transforma los artefactos en información; no se produciría la benjaminiana desaparición del aura sino una suerte de proyección compensatoria que hace que todo, incluso lo insignificante, sea objeto de admiración. “Cada vez más –leemos en “Archivos de arte moderno” uno de los ensayos de Diseño y delito de Hal Foster- la función mnemónica del museo se traslada al archivo electrónico, al que se podría acceder casi desde cualquier parte, mientras que la experiencia visual se traslada no sólo a la forma exposición, sino al edificio museo como espectáculo”.
En una entrevista con Laura Revuelta, publicada en el suplemento ABCD Las Artes y Las Letras, Manuel Borja-Villel confesaba que en un Museo hay que ir creando ritmos: “es un poco como ser un disc-jockey”. Acaso esta declaración sea únicamente una parodia de la “estrategia MUSAC” pero no deja de ser extraño que el sampleado tiente incluso a aquellos que los que confían en las virtudes emancipatorias del archivo. La exhaustividad archivadora del MACBA, que presenta actualmente miles de fotografías, puede dejar, literalmente exhausto. Kracauer señaló, en un ensayo sobre la fotografía publicado en 1927, que nunca una época ha estado tan enterada acerca de sí misma y, simultáneamente, tan entregada a una suerte de culto a la amnesia.
Vivimos, de nuevo, en el país de los lotófagos; nuestra “obediencia retardada” es la de tener todo expuesto para que no se recuerde, si es posible, nada. “La sustitución de la biblioteca por el archivo –apunta Morey- conlleva un punto de crisis, quizá el más violento de nuestra sociedad, en el fracaso educacional con el que nos amenaza, el fracaso formativo”. En la repetición archivística o en la amalgama documental puede revelarse la imposibilidad de cualquier pedagogía. Los documentos indistintos disponibles en el archivo ponen en tela de juicio la venida del porvenir y, en su desproporción, frenan cualquier rapto interpretativo. “Nada – leemos al final de la “Tesis” derridiana de Mal de archivo- es menos seguro, nada está menos claro hoy en día que la palabra archivo”. Nada es más turbio ni más perturbador. Todos los documentos a la vista, la realidad completa digitalizada, suspendido el recorte y la selección. Ya no estamos, como en la canción, buscando en el baúl de los recuerdos, sino, adoctrinados por los arcontes, narcotizados o amnésicos por la documentación babélica. “Se me olvidó –canta el Cigala acompañado al piano por Bebo- que te olvidé a mi que nada se me olvida”.
Henry Jenkins
http://www.youtube.com/watch?v=NJL5OEHoXhQ&hl=es
viernes, 25 de septiembre de 2009
La mujer perfecta
Esta foto del Ignacio Navas nos recuerda que a la mujer de hielo también se le ponen los pezones duros cuando bajan las temperaturas, en pleno Otoño, entre los últimos retazos del calor estival, como una Koré epóptica, las manos plastificadas a prueba de la gripe A, recién salida de Metrópolis, la película de Fritz Lang. Esta dama de acero y engranajes, es, damas y caballeros, sin lugar a duda, la mujer perfecta.
Se buscan frases
El problema de las citas es que, a veces, no sobreviven a la anécdota. Lo saben bien los políticos, que las emplean durante los periodos electorales, y todos esos mercenarios que sientan cátedra en los acontecimientos sociales con frases hechas, vociferando "ideas" tan relamidas como pedantes. Umberto Eco, en su estudio sobre La definición del arte, subraya la dificultad que entraña resumir los conceptos, pero analiza la relación entre arte y vida social con juicios contundentes y citas esclarecedoras. Lo mismo hacen otros artistas e intelectuales más o menos históricos. Motherwell, por ejemplo, cuando decía que «como consecuencia de la pobreza de la vida moderna nos solemos encontrar con la extraña circunstancia de que el arte es más interesante que la vida». No se. El pintor dudaba, entre otras cosas, de esa peligrosa atracción que ofrecen ciertos actos públicos en el seno del arte actual.
Cabe aquí preguntarse qué grado de sinceridad guarda nuestra intensa dinámica social y cuántos personajes, habituales en presentaciones o inauguraciones, se rigen por una pasión verdadera. Me temo que, si pudiéramos leer sus sentimientos, solamente encontraremos vanidades, hipocresías e inseguridades. El psiquiatra Eric Berne afirmaba que «no hay más que una ley estética, que es universal, porque se trata de una reacción biológica, heredada de la evolución de la raza humana». Subrayaba que «la belleza puede existir a pesar de oler mal, pero no porque huela mal. Y todo el mundo sabe lo que es un mal olor».
Creo que este blog puede dar mucho juego porque permite superar todo eso, lejos de las nubes de humo. Y, quizás, dentro de unos meses podremos "buscar frases" que resuman lo acontecido aquí, donde entiendo que no nos interesa el rollo social, sino el debate libre.
La falsedad que desprenden ciertos actos 'glamurosos' no huele mal, porque suele acompañarse de perfumes penetrantes, maquillajes sensuales, trajes a medida, palmaditas en la espalda y dulces miradas. Pero el arte no se nutre de olores artificiales ni de citas sacadas de contexto, sino de aromas invisibles, emotivos y absolutamente diversos. Como la belleza.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Enfermedad, terror y socialización. Notas sobre la gripe A (I)
Con todo, los mitos continúan operativos como elemento de clarificación simbólica. El que nos corresponde a nosotros, el de nuestros tiempos, tal vez sea aquél mito griego de Titono, a quién Zeus concedió la inmortalidad, a petición de Eos, quien se olvidó de pedir también la eterna juventud; así el viejo Titono suponía en la Antigüedad la figura del inmortal eternamente envejecido que vagaba por la Helade con voz de cigarra (dicen).
El siglo XXI está al borde de su plena realización por medio del constante flujo y reflujo de las epidemias (o pandemias) provocadas y controladas por medio del mismo gesto farmacéutico que nos promete, y al mismo tiempo condena a, una existencia larga, dolorosa y envejecida. La gripe A, como ya lo fue la gripe aviar, es un ejemplo paradigmático de la capacidad de diseminación de la enfermedad y de su control preceptivo. Aunque estemos al borde de la pandemia el enfermo siempre será algún Otro -normalmente acordonado o enclaustrado- al que somos ajenos, de tal modo que la enfermedad no termine nunca de materializarse en la sociedad, sino tan solo en un grupo reducido de individuos (¿sacrificables?) [Todavía no he visto a ningún alto dirigente ser objetivo de la gripe A, a pesar de que su profesión implique un contacto constante con la población en congregaciones multitudinarias de todos los tipos: inauguraciones, ruedas de prensa, actos públicos, etc]
Las enfermedades de la era posmoderna son el nucleo motriz de la estructura social, que requiere para su vertebración de la existencia de un mal potencial que pueda ser tachado de enemigo público numero uno. La enfermedad, que podría ser controlada de manera total con un solo gesto farmacéutico, como fue realizado en China en tiempos de la gripe aviar, afecta, como he dicho, a un grupo reducido de alteridades, de tal modo que la sociedad en su conjunto experimenta el mal bajo la máscara potencial del terror hacia la exterioridad de lo social, los límites de la sociedad que tanto tememos. No es por lo tanto casual que niños, ancianos y las clases bajas sean quienes se encuentran en mayor riesgo frente a la enfermedad y al mismo tiempo puedan ser considerados como colectivos "excéntricos" a la lógica del consumo propio de la mediocridad de las clases medias adultas. El terror genera los impulsos consumista y defensivo —la necesidad de avituallamiento de provisiones ante la enfermedad y de aislamiento frente al Otro-que-vendrá—, a través del cual la sociedad reescribe sus limites constitutivos, realizando una distinción categórica entre lo interno y externo al propio sistema social, y restablece en el subconsciente colectivo el orden de las prioridades fundamentales para el mantenimiento de su estructura (consumo).
Enfermedad, terror y socialización. Notas sobre la gripe A (II)
De manera análoga a la burocracia, que supone el gobierno de todos y de nadie, la enfermedad se experimenta como un error del que son culpables todos al mismo tiempo ninguno de los miembros internos de la sociedad, con la ventaja de poder culpabilizar también a la alteridad, esa la exterioridad de lo social, que se considera el origen de los males. La enfermedad, en consecuencia, se puede definir como un mal puro que solo se conoce como frontera y antagonismo: al no encontrarse personificado de manera individualizada o colectiva, no puede producirse un re-conocimiento de los individuos con unos fines/métodos/motivos a perseguir y que por lo tanto permitan la creación de un patrón a imitar por seguidores, adscritos (al movimiento) o contuberniados. En otras palabras, nadie puede estar a favor de la enfermedad y eso convierte al terror por la enfermedad en el instrumento socializador por antonomasia. Este terror es la consecuencia de un error no-mensurable, no-determinable a una sociedad o individuo; dado que tanto lo interno como lo externo es reconocido como causa y objetivo de la enfermedad solo queda concluir que todo y nada está enfermo.
No creo que deba eludirse la posible relación entre la enfermedad concebida como pandemia que un colectivo sufre de forma virtual y terrorífica y la creación de un impulso de defensa y replanteamiento de los límites de lo social, implícita en el nacimiento de los Estados modernos en el siglo XIV, que coincide justamente con el fin la que ha sido la mayor epidemia conocida, la de la peste negra. Un posible campo de estudio, que apunto para el futuro, sería la relación implícita en la trama argumentativa del Decamerón, donde la narración como elemento vertebrador de la sociedad surge -con un cierto afán de escapismo hacia otras realidades- al auspicio del colectivo de personalidades florentinas conformado y, en buena medida, de-limitado, en medio del bosque, durante la huida de la ciudad por causa de la peste negra.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
SMS. Funcionalidad en la Babel invertida (I)
Posiblemente la más interesante aportación de este diccionario sea la definición perpretada acerca del término SMS.
SMS. Lenguaje iconográfico y totalmente funcional, que produce textos que sólo pueden ser leídos en silencio: no son pronunciables. No se recitan, se interpretan. Como lenguaje no fonético, por su magnitud y alcance, no tiene precedentes en la cultura occidental. Como los SMS emulan a la palabra escrita antigua (por todos conocida), el lenguaje de los SMS deja de sustentarse en el sonido y se basa en la vista. Los SMS generan una mutación de la escritura, unaEl fenómeno del SMS se perfila, tal como estas lineas lo recogen, como una genuina revolución cultural, producto mismo de la superestructura ideológico-simbólica de lo textual, semejante a la formación de un nuevo idioma; dejando de lado, claro está, las interpretaciónes apocalípticas de los organismos del estado y los padres que ven en sus hijos a los principales activistas de esta modificación del paradigma escritural -dando por supuesto que toda interpretación paternalista no puede escapar de la mera simplificación bien sea derrotista o alagadora-. La visión que tales instituciones (familia y estado) no puede ser más que preocupante, máximos dignatarios del custodio de la inmutabilidad del lenguaje, poseedores de una exigencia histórica, la de la transmisión fidedigna a lo largo de las generaciones y al mismo tiempo profesores del "entendimiento" (definido en este caso como interacción social); padres y poderes estatales no pueden sino observar acomplejados el producto de la babelización invertida.
evolución del lenguaje.
A pesar de lo que parecen querer afirmar tanto detractores como firmes apologetas del fenómeno, la problemática subyacente al SMS no se trata de un problema estético o puramente formal. La enorme capacidad de mutación y variabilidad de la que le hemos visto capaz parece demostrarnos su total indiferencia hacia las cuestiones aparienciales. Así mismo, como ya hemos intentado sostener, no se trata de un producto al margen de la cultura creado por una juventud descarriada, cuyo afán iconoclasta alcanzaría cotas hasta ahora nunca vistas. Algo mucho más material y aparentemente funcional subyace a la lógica -según los padres conspiratoria- del SMS que responde a la necesidad de afirmación y constitución identitaria de una serie de sujetos escindidos, que componen la sociedad actual donde "el funcionario es la medida de todo", por medio de las modificaciones del lenguaje. Estas modificaciónes asimiladoas, repetidas en la forma de un ritual inconsciente, componen la customización personalizada del lenguaje por medio de la cual cada individuo puede y debe ser identificado y reconocido.
[Si me permiten una confidencia, durante mi adolescencia, en el instituto, muchos intentos de boicotear las parejas de algunos compañeros que salían con la más guapa de clase, fracasaron estrepitosamente justo por este motivo. El modus operandi era más o menos el que sigue: mientras alguien distraía a aquél contra el que nos habíamos conspirado, otro se apoderaba del movil del susodicho para perpetar y enviar un SMS insultante a la novia. El fracaso del complot radicaba en la imposibilidad de imitar a la perfección los tics textuales del susodicho, de tal modo que por el modo en que el SMS estaba escrito la novia era capaz no solo de descubrir el entuerto sino incluso a los propios que lo habían perpetado.]
Muchos estudiosos remarcan como característica fundamental de este nuevo nuevo lenguaje su funcionalidad. En cuanto tal el SMS, por su aparencia de abreviatura, podría ser contado entre los productos propios de la histeria (histeros, llegar tarde en griego) generalizada del individuo posmoderno; un individuo que apenas dispone de su tiempo, a pesar de ser descrito por tantos estudiosos como un homo ludens, ajeno a las labores manuales, dedicado principalmente al ocio u al paro. Sin embargo, es digno de ser destacado el hecho de que suceda justo lo contrario de lo esperado respecto de la evolución de un lenguaje descrito a partir de su funcionalidad y abreviación: el número de caracteres "aceptados" no disminuye, no se produce una decantación progresiva de los signos utilizados, sino que, por contra, el número de tics sígnicos aumenta exponencialmente dependiendo del contacto que haya tenido el sujeto en cuestión con el lenguaje y la introyección del mismo.
SMS. Funcionalidad en la Babel invertida (II)
La babelización invertida es el proceso mediante el cual progresivamente el "nuevo lenguaje" -tan denostado por unos, elogiado por otros- se va convirtiendo en un mecanismo de comunicación al mismo tiempo universal y totalmente indiferente. El momento en el cual la customización total alcance el caracter de caos no se producirá nunca gracias a la babelización invertida que permite en el centro de su estructura la existencia de elementos a-significantes, esto es, de elementos por todos conocidos y aceptados (taken for granteed) pero que nadie sería capaz de precisar su contenido. La babelización invertida no se caracteriza por una diferenciación, una divergencia, total de los sistemas de comunicación textual, sino de la convergencia de los mismos en un sistema al mismo universal e in-diferente. La in-diferencia producida en este caso no por la supresión de toda posible diferenciación, sino por la profusión de pequeñas diferencias "customizadas" -como trazos en un cuadro de Pollock-. "El riesgo no es la censura por privación de información sino rigurosamente lo contrario: la censura por saturació" (Paul Virilio, 1998). La funcionalidad del SMS es su amplio espectro potencial de significación que caracteriza su interpretabilidad. Sin embargo, aunque parezca paradójico, la motivación interpretativa del lector disminuye conforme aumenta la profusión de diferencias interpretables. La paciencia del intérprete es finita. Hoy día nos encontramos en el punto donde no es posible, ni deseado, discernir entre un error tipográfico de una voluntad de estilo, de tal modo que los flatus vocis y los deslices textuales son integrados dentro de la significación general del texto. En definitiva, se podría decir que el SMS tiende irredimiblemente al aumento exponencial de las diferencias textuales en la creación de un abigarrado diccionario de significantes sin significado, que no se caracterizan precisamente por su funcionalidad, y a la convergencia de las lecturas posibles en la elaboración de un canon interpretativo, este sí, funcional y totalmente estipulado.
La babel invertida es la imagen de la ciudad contemporanea donde todos utilizan un código que nadie intelige del todo, del cual todos, y por lo tanto ninguno, somos culpables y dueños. Capaz de asimilar en su seno un grado muy elevado de indiscernibilidad y de incomprensión, nos encontramos ante un sistema de interpretación textual que reduce la customización personal del lenguaje, el modo de la más profunda y subconsciente representación de la constitución identitaria del sujeto, a sus meras características funcionales, como si en definitiva todo fuera un mero error gramátical producto de la angustia del tiempo. Reducidos a un código sin significado, creando el gran columbario del la indiferencia; todos los SMS, no se porqué me da, avisan de que alguien va a llegar tarde.
En el origen la duda
PD. Tenemos muy mal gusto así que lo aceptaremos todo. ]
Cabe advertir al lector que, aunque esa sea su apariencia, esto no es un diálogo. La actitud participativa de este espacio así mismo pretende abrir una brecha más allá del proceso asimilacionista del diálogo concebido erroneamente como el único proceso de interacción participativa "en igualdad de condiciones". Nosotros no olvidamos. El diálogo nace de la mano del discurso de la "im-postura" platónica. Esta im-postura de la que somos herederos se encuentra doblemente marcada por el uso sistemático de la duda. (1) La duda como negación de toda postura, una no-postura, y por lo tanto definida como aquél instrumento retórico que en su gesto aparententemente crítico y problematizador, en realidad instiga al no-compromiso con unos ideales y unos proyectos. En definitiva la duda como sistema sofista de relativización de los compromisos éticos y sociales, demostrando que toda la realidad, perfectamente representada por las argumentaciones filosóficas, es mudable, a excepción de el propio principio del cambio, el instrumento dialéctico que permite la relativización de todo, el método más elevado. (2) La duda como imposición de una impostura. El pensamiento filosófico hereda como sistema la duda, convencionalmente descrita como el instrumento de suspicacia y constante confrontación con la realidad. De este modo la filosofía surge al auspicio de un impulso totalizador del insoslayable deseo de dar todas y cada una de las respuestas, controlado por la falsa modestia de incluir, hasta en el más abarcante de los tratados, la duda como impostura en la forma de una pregunta retórica que ya ha encontrado respuesta -ya su propio nombre, filosofía, denota su caracter de gran sistema de comprensión fallido que debe recurrir a la falsa modestia de autodenominarse mero amante del saber-. En realidad el sistema mayeútico-irónico de Sócrates es una superficial inversión de los papeles de quién pregunta y quien responde. En los Diálogos el mismo que pregunta otorga la respuesta a un personaje inferior desde el punto de vista argumentativo que realiza la función de espejo que, en una reflexión perfecta, duda.
Contubernio Canibal aspira a elevar su asociación ilícita o vituperable a categoría universal, realizando la función de plataforma asociativa entre las diferentes artes. No pretendemos establecer un diálogo de esos que considera a la alteridad argumentativa como un mero obstáculo en la aventura discursiva del heroe dialéctico para la realización de una conclusión sumaria. No, aquí no se debería producir una asimilación de los discursos ajenos y propios para la obtención de una moralina. No hay conclusión posible. Empieza un curso de paranoia crítica donde los discursos se desarrollan de forma paralela y multiforme. Nuestro objetivo: el paralelismo cultural, de tal modo que todas los campos del mismo alcancen un desarrollo simultaneo desde un punto de vista espacio-temporal y participativo desde un punto de vista motivacional. No hay convergencia, sino caminos en paralelo.
Esto, aunque no lo parezca, es un intento de acceder a nuevos modos de significación y lectura. Esto, aunque no lo parezca, es un monólogo total, donde las voces se confunden como en un concierto retransmitido por auriculares, denominado de manera provisional como discurso "parálogico". παρα: junto a, formando filas, bien prietos -estamos aprendiendo a dudar.