jueves, 30 de agosto de 2012

Una imagen gnóstica -en metal- del siglo III. más George Bataille, Roger Caillois, Pierre Klossowski, André Masson, Jules Monnerot, Jean Rollin; Jean Wahl.


Acéphale ("Acéfalo") 


Una nación ya vieja y corrompida que sacudiera con coraje el yugo de su gobierno monárquico para adoptar uno republicano, no podría sostenerse sino por medio de crímenes, porque está ya en el crimen, y si quisiera pasar del crimen a la virtud, es decir, de un estado violento a un estado apacible, caería en una inercia cuyo inmediato resultado sería la ruina certera.
Marqués de Sade
La que tenía rostro político, se desenmascarará, un día, como movimiento religioso.
Kierkegaard
Hoy solitarios, ustedes, que viven separados, serán algún día un pueblo. Los que se han designados a sí mismos formarán un día un pueblo designado, y de este pueblo nacerá la existencia que supera al hombre.
Nietzsche
Lo que hemos emprendido no debe ser confundido con ninguna otra cosa, no puede ser limitado a la expresión de un pensamiento, y todavía menos a lo que justamente es considerado como arte.
Es necesario producir y comer: muchas cosas son necesarias y no por ello son algo, y lo mismo ocurre con la agitación política.
¿Quién sueña, antes de haber luchado hasta el final, con dejar el lugar a los hombres que es imposible contemplar sin experimentar la necesidad de destruirlos? Pero si nada pudiera encontrarse más allá de la actividad política, la avidez humana solamente se enfrentaría con el vacío.
SOMOS FEROZMENTE RELIGIOSOS y, en la medida en que nuestra existencia es la condena de todo lo que hoy se reconoce, una exigencia interior reclama que seamos igualmente imperiosos.
Lo que emprendemos es una guerra.
Es tiempo de abandonar el mundo de los civilizados y su luz. Es demasiado tarde para pretender ser razonable e instruido, pues esto condujo a una vida sin atractivos. Secretamente o no, es necesario convertirnos en otros o dejar de ser.
El mundo al que hemos pertenecido no propone nada para amar más allá de cada insuficiencia individual: su existencia se limita a su comodidad. Un mundo que no puede ser amado hasta morir –de la misma manera que un hombre ama a una mujer- representa solamente el interés y la obligación hacia el trabajo. Si se compara con los mundos desaparecidos, es odioso y aparece como el más fallido de todos.
En los mundos desaparecidos fue posible perderse en el éxtasis, lo que es imposible en el mundo de la vulgaridad instruida. Las ventajas de la civilización son compensadas por la manera en que los hombres las aprovechan: los hombres actuales las aprovechan para convertirse en los más degradantes de todos los seres que han existido.
La vida tiene siempre lugar en un tumulto sin cohesión aparente, pero no encuentra su grandeza y su realidad más que en el éxtasis y en el amor extático. Quien se obstina en ignorar o en desconocer el éxtasis es un ser incompleto cuyo pensamiento se reduce ala análisis. La existencia no es solamente un vacío agitado, es una danza que obliga a bailar con fanatismo. El pensamiento que no tiene por objeto un fragmento muerto existe interiormente de la misma manera que las llamas.
Es preciso volverse lo bastante firme e inquebrantable como para que la existencia del mundo de la civilización parezca finalmente incierta. Es inútil responder a aquellos que pueden creer en la existencia de ese mundo y lo toman como pretexto: si hablan, es posible mirarlos sin escucharlos e, incluso cuando se los mira, no “ver” sino lo que existe lejos detrás de ellos. Es preciso rechazar el aburrimiento y vivir solamente de lo que fascina.
En ese camino sería vano agitarse y buscar atraer a aquellos que tienen  veleidades tales como pasar el tiempo, reír o convertirse individualmente en raros. Es preciso aventurarse en él sin mirar hacia atrás y sin tener en cuenta a aquellos que no tienen la fuerza para olvidar la realidad inmediata.
la vida humana está exedida por servir de cabeza y de razón al universo. En la medida en que se convierte en esa cabeza y en esa razón, en la medida en que se convierte en necesaria para el universo, acepta una servidumbre. Si no es libre, la existencia se convierte en vacía o neutra, y si es librees un juego. La Tierra, mientras engendraba solamente cataclismos, árboles o pájaros, era un universo libre: la fascinación de la libertad se empañó cuando la Tierra produjo un ser que exigía la necesidad como ley por encima del universo. El hombre siguió siendo sin embargo libre de no responder a ninguna necesidad: es libre de parecerse a todo lo que no es él mismo en el universo. Puede apartar el pensamiento de que él o Dios impide al resto de las cosas ser absurdas.
El hombre escapó de su cabeza como el condenado de la prisión.

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