Los pies en un
caldero, la india los lavó y seguidamente los ungió con aceite.
Ignoramos si
se practicaban sacrificios; pero lo que sí sabemos es que el mundo naciente es el del
ser perturbado por el espíritu de la transgresión. Untaba y huía, en un juego excesivo, una huída a la mirada discontínua y abierta, el acceso
al ser y a la vida.
La necesaria
búsqueda del erotismo sagrado tal
y como se da en la experiencia mística sólo requiere que nada desplace al
sujeto.
Voces africanas
retumban como rezos, la embarcación se
tambalea con sonidos de espada y gruñidos de cerdo. Al cerdo que llevo en brazos no le he hablado de poesía, no habría podido
hacerlo sin adentrarme en sus carnes devorándolo.
primera parte de escenas para ungir los pies del conquistador
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