Ayer, cenando con Natalio, un amigo granadino físico que trabaja en
una oficina de patentes (y aquí termina todo el parecido con Einstein),
descubrí entre risas que en los archivadores de su oficina, la frontera
entre la genialidad y el más absoluto de los absurdos dista solo unos
centímetros. Como ejemplo me habló de la patente que cito al final del
post, y que pretende evitar víctimas en los incendios gracias al
socorrido y nunca bastante alabado inodoro.
La idea del inventor era salvar la vida a las personas que quedan encerradas en un hotel durante un incendio (en salas que carezcan de ventanas) y que por tanto corren riesgo de morir por asfixia. El concepto es sencillo, buena parte de las muertes en los incendios tienen que ver con la inhalación de humo tóxico. Para evitarlo, el autor propone usar un tubo respirador que atraviese el sifón del retrete hasta llegar al conducto del desagüe (que normalmente se extiende hasta el tejado del edificio) y así permitir el acceso a aire no viciado a cualquier humano atrapado por el incendio. Idealmente, el agua del sifón actuaría como filtro evitando que el humo alcanzase el conducto del desagüe, garantizando el suministro de aire “fresco” (es un decir).
La idea del inventor era salvar la vida a las personas que quedan encerradas en un hotel durante un incendio (en salas que carezcan de ventanas) y que por tanto corren riesgo de morir por asfixia. El concepto es sencillo, buena parte de las muertes en los incendios tienen que ver con la inhalación de humo tóxico. Para evitarlo, el autor propone usar un tubo respirador que atraviese el sifón del retrete hasta llegar al conducto del desagüe (que normalmente se extiende hasta el tejado del edificio) y así permitir el acceso a aire no viciado a cualquier humano atrapado por el incendio. Idealmente, el agua del sifón actuaría como filtro evitando que el humo alcanzase el conducto del desagüe, garantizando el suministro de aire “fresco” (es un decir).
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