martes, 10 de noviembre de 2009

Susan Sontag


Demasiado a menudo nos obsesionamos con «lo último». El ámbito de la producción teórica o ensayística tampoco se libra. Al fin y al cabo se ve afectado, también, por la lógica del mercado. El caso es que, presos como estamos de la novedad, a veces no prestamos la atención debida a aquello que, por el lugar central que le atribuimos en el canon, damos por sabido (cuando no directamente por «superado»).

En el campo de la crítica de la cultura (o del arte) Susan Sontag es una referencia bien conocida. Al menos se la cita como tal. No estoy tan seguro, en cambio, de que se la lea demasiado. Y que me aspen si «Contra la interpretación», «Sobre el estilo» o «Notas sobre lo camp» ―todos ellos reunidos en Contra la interpretación y otros ensayos― no conservan hoy todo su vigor. Y eso que fueron publicados a mediados de los sesenta. Ojo, no estoy diciendo que asuma como dogma de fe todo lo que allí se dice, ni que las opiniones de Sontag sean consistentes entre sí (la distinción entre «camp», «esnob» y «kitsch» me sigue pareciendo imprecisa, por ejemplo). Pero dan que pensar. Y resulta admirable encontrarse con una escritura que no se refugia en la jerga, el encomio sistemático a las grandes figuras del pasado o la pose elitista.

Insisto, no hace falta estar de acuerdo con lo mucho que aparece en los textos mencionados. Pero habría que ser muy obtuso para no ver que Susan Sontag, en ese momento, estaba sobre la pista.

«La aristocracia es una posición ante la cultura (así como ante el poder), y la historia del gusto camp forma parte de la historia del gusto esnob. Pero puesto que no existen ya auténticos aristócratas en el viejo estilo que fomenten gustos especiales, ¿quién será poseedor de este gusto? Respuesta: una clase improvisada y autoelegida, integrada por homosexuales fundamentalmente, que se constituyen en aristócratas del gusto por decisión propia.» (Sontag, S., Nota 50 de «Notas sobre lo camp» en Contra la interpretación y otros ensayos, Nuevas Ediciones de Bolsillo, Madrid, 2007, p. 369, traducción de Horacio Vázquez Rial).

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