domingo, 8 de mayo de 2011

ONCE DEL NUEVE DEL SIETE TRES (1)

Luego de su posteo a propósito del 9/11, Fernando me apretó el play para dar algunas vueltas de tuerca al asunto:

Por mucho que a partir de un reconocimiento público o privado nos imaginemos en la feliz sociedad chilena, tenemos que desterrar esta idea de omnipotencia de la cabeza. No se puede estirar eternamente la idiotización, el cinismo y el simulacro de un país latinoamericano cuyo golpe de Estado simboliza la victoria del paradigma neoliberal. Y que ciertamente volvió a estar bajo los focos del mundo, cuando la democracia retornó al país bajo una gestación igual de accidentada que la dictadura. La cultura local en este contexto instauró el incómodo talento de expresarse de manera rebuscada.

Este régimen de no decir las cosas por su nombre, instaurado por la comunidad intelectual para eludir a la policía secreta de Pinochet, tuvo al igual que el otro caso paradigmático, el de la idiotización mediática, múltiples consecuencias que no se pueden disimular. Más allá del exotismo de las referencias y sin forzar demasiado la comparación, ambas “estéticas” terminaron involucrándonos en capas linguísticas de impensables eufemismos. Así, los giros formales, eruditos y populares del habla después del once de septiembre incorporaron el hábito de maquillar y adormecer significados.

Algo que el cambio de siglo no erradicó, siendo aún habitual en políticos, empresarios, periodistas, artistas e intelectuales referirse al golpe de estado como pronunciamiento y llamar a la dictadura, período autoritario. En esta dirección partía el conceptualismo del arte chileno. Y en el mismo camino sigue.

La libertad de expresión no logró poner en crisis el rebuscamiento y entereza eufemística de las artes chilenas de la dictadura, trasvasijándose en democracia como una herramienta más de segregación para codearse con el poder. Deduzco esto porque la voluntariosa situación cultural del país durante la Unidad Popular, la Dictadura militar y la Transición Democrática nunca fue más allá de reaccionar a su propia condición histórica. Eludiendo las prácticas estéticas contemporáneas en su complejidad.

(continuará)

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