martes, 3 de mayo de 2011

el Premio Darwin 2011 al acto más estúpido fue concedido a título póstumo a una pobre mujer de la Rumanía rural que se despertó durante su procesión fúnebre. Al salir del ataud y darse cuenta de lo que ocurría, huyó corriendo, loca de terror, y fue atropellada por un camión; murió al instante. Asi que la volvieron a meter en el atauúd y la procesión continuó. Este asunto bien merece una tumba en el Museo-Mausoleo de Morille. En última instancia demuestra que el cortejo primigenio era correcto o, en términos lacanianos (subsidiarios de Poe): una carta siempre llega a su destinatario.

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