martes, 3 de mayo de 2011

Chesterton propuso crear un cuerpo especial de la policía formado por policías que además fueran filósofos: "Su misión es vigilar cualquier atisbo de conspiración, no sólo en el sentido del delito, sino también de la controversia. El trabajo el policía filosófico es, a la vez, más audaz y más sutil que el del investigador común. El investigador comúnva a tabernuchas para detener a ladrones; nosotros vamos a meriendas elegantes para descubrir pesimistas. El investigador común deduce de un libro de contabilidad o de un diario que se ha cometido un delito; nosotros deducidos a partir de un libro de sonetos que se va a cometer un delito. Nuestra obligación es rastrear el origen de estos espantosos pensamientos que, como poco, arrastran a los hombres al fanatismo y al delito intelectuales". Si la policía basa su discurso en algo básico ("Círculen, no hay nada que ver"), la filosofía es la vida extática de la visión en la que tal vez no circula nada. El contubernio filosófico ha simulado, durante siglos, la postura conspiratoria, en realidad apenas podía respirar con las apreturas del corsé categorial. Lo bueno de la propuestas chestertoniana es que la investigación permitirá reducir el número de pesimistas que vagan por lugares aparentemente festivos. En la oscura celda donde estarán confinados podrán desplegar todas sus artes retóricas y así su "radicalismo" encontrará la definitiva desactivación.

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