En el inicio de la dictadura pinochetista, el cineasta Miguel Herberg se infiltró en campos de detención, filmó a los detenidos y ayudó a su liberación. Quiere grabar un segundo documental con los sobrevivientes pero como no consigue financiación protestará quemando sus registros.
POR Carolina Rojas - Especial desde Chile
"Recuerdo con mucha pena a las mujeres de Pisagua, quisiera haberles podido gritar quién era yo en ese momento y abrazarlas pero mi misión era otra: identificarlas", recuerda Miguel Herberg. Ese centro de detención quedó en la retina de los chilenos cuando en 1990 aparecieron veinte osamentas en un cementerio cercano como prueba de la brutalidad asesina de la dictadura. Por allí pasaron más de 2.500 detenidos, sometidos a trabajos forzosos y torturas varias. Ojos vendados, privación de comida, agua y sueño. Interrogatorios criminales con los métodos conocidos, sin hablar de las mujeres que, en su mayoría, fueron violadas.
De ese infierno fue testigo el cineasta y periodista español Miguel Herberg. Entrevistó a los prisioneros, preguntó sus nombres y captó los ojos sin esperanza de las mujeres que le confesaban no saber cuándo serían liberadas. Él registraba todo, sin descanso. Palpó el terror, las actividades cotidianas y la fuerza de los detenidos que se mantenían en pie, pese a todo. "Cuando tienes una misión como la que tuve yo, no piensas en ti mismo, no te alteras, no conoces el miedo, persigues tu fin y basta. Es una apuesta que puedes perder o ganar, yo la gané", dijo a Ñ digital. Herberg les puso rostro a los prisioneros y de esta forma ayudó a salvar un centenar de vidas, así lo documenta el Tribunal Bertrand Russell y Amnistía Internacional.
El proyecto fallido
Para quienes no conocen su trabajo, bastan dos minutos de sus grabaciones para vivir en carne propia la desesperación, el hacinamiento de los prisioneros y la crueldad de sus captores. Un registro que abarca de los años 1972 a 1974 en pre y post golpe puede verse en “Chile 73 o la historia que se repite”. Su astucia le permitió grabar los centros de detención de Pisagua y Chacabuco, y los discursos de los golpistas como infiltrado.
Por estos días, quizás por cansancio, el cineasta español contó que varias instituciones, entre ellas la televisión pública de ambos países y el Museo de la Memoria chileno, se habían negado a financiar la filmación de la segunda parte de su cinta, su retorno a Chile y el reencuentro con los prisioneros que sobrevivieron. Por ello, en un acto simbólico decidió quemar las copias y enterrar algunos originales de sus grabaciones para lo que él ha llamado “construir un futuro más inteligente". Así, entre el 19 y 24 de marzo expondrá su colección de fotografías y películas en la Universidad de Salamanca. La última proyección finalizará con una hoguera y las cenizas serán enterradas junto a parte del material en el cementerio de Morille.
Herberg mismo lanzó la campaña en su blog, y desató en las redes sociales una contra-campaña para impedir la quema y el entierro. “¿Qué hay tras la indiferencia?”, es la pregunta recurrente. Herberg responde que si la provocación sirve para reavivar la lucha pro memoria, entonces habrá triunfado. Y habla específicamente de quienes no se habrían interesado por su material. "Televisión Nacional de Chile que casi estaba por co-producir pero bajo un pretexto u otro... Luego el Museo de la Memoria histórica, la Fundación Salvador Allende, nadie se ha molestado en aceptar mis archivos vanamente ofrecidos", comenta.
El cineasta no sólo grabó los campos de concentración, también entrevistó a agentes de la CIA y se camufló entre quienes complotaban contra la Unidad Popular. Registró la campaña de medio litro de leche por niño de Salvador Allende y de a poco fue testigo del inminente golpe de estado de cada una de las traiciones que se fueron tejiendo. Pero nunca imaginó el horror que vendría después.
Herberg ha estado en Vietnam, Alemania del Este, Somalía y en París, tras las barricadas de Mayo del 68. Su filmadora y una cámara fotográfica Nikon lo acompañaron a Chile y ahora no puede volver.
El inicio de una odisea
La aventura comenzó cuando el director de cine Roberto Rosellini entrevistó a Salvador Allende y le comentó a Herberg, con preocupación, que sabía que la derecha derrocaría el gobierno de la Unidad Popular. Herberg decidió documentar todo y para ello recibió la ayuda económica de la República Democrática Alemana. Llegó a Chile con una libreta de contactos de su amigo y como un verdadero espía, se mezcló en la clase alta, hasta llegar a sus objetivos. El golpe del 11 de septiembre de 1973 lo sorprendió en esa tarea, y Herberg siguió simulando su papel de periodista europeo que sólo registraba las actividades de los militares. Así entrevistó a Augusto Pinochet: "Los marxistas desaparecieron", le dijo con voz golpeada para eludir su responsabilidad afirmando que los detenidos habían huido del país. Federico Willoughby, vocero de la junta de gobierno, también le negó la existencia de estos lugares. Herberg tenía todo registrado como un tesoro que debía ocultar. Supo que tendría que salir de Chile lo más rápido posible.
Dos días después de terminar de rodar, necesitó una excusa para salir del país. Una vez más, la suerte le tendió la mano. Había inundaciones en Buenos Aires y Herberg le dijo a Willoughby que le habían pedido documentar esta noticia y que volvería a Chile en cuatro días más. Dejó algunas pertenencias en su hotel y salió del país con todas las grabaciones y fotografías. Denunció todo lo que había visto y durante toda la dictadura no dejó de gritar el horror que se vivía en este país.
- Miguel ¿qué recuerda de Pisagua?
-Las mujeres, eran y siguen siendo valientes y coherentes, más fuertes que los hombres....
-¿Qué le podría decir a las víctimas y familiares de detenidos desparecidos?
-No tengo nada que decir a las víctimas, más que sigan en su lucha que es de todos.
El 14 del presente, el Profesor Noam Chomsky le escribió la siguiente carta a Miguel Herberg, de la cual el Rector y el Decano de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca están enterados. Hasta la fecha, Herberg no le ha dado respuesta:
ResponderEliminarEstimado Miguel Herberg:
Me he enterado que Ud. estaría en posesión de algunos filmes que documentan la represión política en Chile durante los primeros años de la dictadura militar y que habría expresado su intención de destruirlos en la ausencia de apoyo económico a su trabajo –una situación ciertamente lamentable.
Sin embargo, me parece que dado el valor histórico e importancia de tales filmes, se los debería preservar si efectivamente son únicos y, de ser posible, se los debería transferir al Museo de la Memoria en Chile.
Bajo estas circunstancias, me permito urgirlo a que así lo haga en memoria del dolor y sufrimiento de los prisioneros políticos chilenos cuyas voces e imágenes aparecen en dichos filmes y que de otra manera serían eliminadas de la historia –un destino que estaría en directa contradicción con el respeto que se les debe y que en cierto sentido replicaría lo que la dictadura militar chilena literalmente hizo con tantas de sus víctimas.
Sinceramente,
Noam Chomsky
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Aunque recientemente y de manera privada, Herberg ha declarado que su actividad no es más que un montaje, ello sería tan deleznable como la destrucción física de los filmes en su posesión pues constituiría un abuso inmoral del dolor y sufrimiento de las víctimas de la dictadura militar chilena.