
9 de marzo.-Toda la materia cenizosa caía ahora incesantemente
sobre nosotros, y en grandes cantidades. La cordillera de vapor al
sur se había elevado prodigiosamente en el horizonte, y comenzaba
a tomar una forma más clara. Sólo puedo comparaRLa con una
catarata ilimitada, precipitándose silenciosamente en el mar desde
alguna inmensa y muy lejana muralla que se alzase en el cielo. La
gigantesca cortina corría a lo largo de toda la extensión del
horizonte sur. No producía ruido alguno.
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