"El miedo natural de todos los hombres, aún de los más desgraciados y también de los más sabios, ante la muerte no es pues un terror ante el hecho de morir, sino […] ante el pensamiento de morirse (es decir, de estar muerto) que pretende tener aún el que va a morir, después de haber muerto, en cuanto que piensa al cadáver, aquello que ya no es él mismo, como si siguiera siendo él mismo, en la sombría tumba, o en cualquier otro sitio. El pensamiento “yo no soy” no puede existir en absoluto, pues si yo no soy tampoco puede ser consciente de que no soy […] hablar en primera persona negando el sujeto mismo –de modo que éste se anule a sí mismo- es una contradicción.” (Anthr., par. 27; Ak. VIII, 167)
Es por todos conocido la famosa anécdota de Kant y el espejo. En una ocasión Lampe, el criado de Kant, sorprendió a éste mirándose en un espejo con los ojos cerrados. Cuando Lampe le preguntó "¿Qué hace señorito", nuestro filósofo respondió: "intentar ver como sería cuando yo ya haya muerto." Según algunas versiones lo que quería ver era el noúmeno.
"La risa es una afección producida por la súbita transformación de una tensa espera en nada." (KU, par. 54; Ak. V, 332)
Es por todos conocido la famosa anécdota de Kant y el espejo. En una ocasión Lampe, el criado de Kant, sorprendió a éste mirándose en un espejo con los ojos cerrados. Cuando Lampe le preguntó "¿Qué hace señorito", nuestro filósofo respondió: "intentar ver como sería cuando yo ya haya muerto." Según algunas versiones lo que quería ver era el noúmeno.
"La risa es una afección producida por la súbita transformación de una tensa espera en nada." (KU, par. 54; Ak. V, 332)
Es buena cosa que la risa y la muerte vayan de la mano. Ambas enseñan los dientes.
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