martes, 3 de enero de 2012

La dalia azul (1987)


“Abandono de cuerpos”, sobre un crimen no resuelto que lo impulsaría después a investigar el de su madre, ocurrido cuarenta años antes: “Saber algo no significaba que uno pudiera demostrarlo. Unos recuerdos defectuosos generaban informaciones erróneas. Unas interpretaciones hipotéticas imponían lógica sobre unos acontecimientos caóticos que rara vez confirmaban los testimonios de primera mano. Las pruebas estaban mal situadas. Los testigos morían. Sus herederos revisaban y volvían a contar las historias de manera imprecisa. El consenso en las opiniones rara vez equivalía a la verdad. El paso del tiempo y las nuevas perpetuaciones del horror amortiguaban la reacción al antiguo horror. Las víctimas eran definidas exclusivamente como víctimas”.

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