llegue por fin a guayaquil. tras los rituales de equipaje de rigor, voy en búsqueda de domingo sánchez blanco. no tengo puta idea de qué hora es. alguna vez, les he contado que porto un reloj parado desde hace veinte años. se detuvo a la hora que nací. bueno, así es. barrí el segundo piso con dirección a vuelos internacionales y ni una señal del salmantino símbolo de la onceava bienal de cuenca. busco un ascensor para retornar al piso uno, apretado como sardina con carros sin maleta y un perro enjaulado ladrando, mientras unos funcionarios del aeropuerto lamentan los contratiempos de los tres palos. por fin, logro zafarme del ascensor. todavía inmerso en la búsqueda de domingo, un grito con ritmo cojonudo me da a entender que nos hemos encontrado para despedirnos. abrazos varios e intercambios de las vicisitudes del once del once del once, me da la clave para enchufarme a la web y apretar el acelerador del postear.
sábado, 12 de noviembre de 2011
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