Si los diseños visuales de Syd Mead para Blade Runner estuvieran en Oviedo, el pasteleo podría ser otro. Sería como creer que el costo de las universidades chilenas no es el más alto del planeta (41% PIB per cápita) ni que el aumento de los aranceles (60% en doce años) no ha sido elevado. O que un hijo universitario no implica un gasto superior al 40% del ingreso familiar de los tres menores quintiles de ingresos. O que el gasto público chileno en educación superior no es de 0,5% (PIB), el menor del mundo. O que los universitarios chilenos no pueden tener el mayor endeudamiento de todos los países con una relación deuda total (vinculada al financiamiento del costo de la universidad) respecto del ingreso anual (como profesional) de 174%. No me queda más que agendar el evento en Asturias.
martes, 4 de octubre de 2011
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