bueno, los boletos para the cult y los cypress hill ya estan en la mano. estan bandas que forman parte de mi banda sonora, permiten la narración de una historia que se remonta a 1990: cuando decidí crear un taller experimental de artes arrendando una casa donde sus patios y todas las habitaciones estaban dispuestas para arriesgar la pregunta de sentido por el arte. fueron diez años trabajando en dicho lugar, de manera ardua e intensa, llegando en algún momento a tener treinta integrantes. el proyecto tenia la particularidad de no tener limites horarios ni restricciones tematicas. mucho menos condicionamientos materiales. fue una quijotada que respiró de la neopsicodelia y la inminencia de las redes sociales. una empresa condenada desde el comienzo a la quiebra. fueron años de encabezar literalmente maratones donde se hablaba de arte, hicimos obras colaborativas, recuperamos rituales perdidos o dados por olvidados. fue ahi donde sistematice las relaciones entre porno y arte. también entre arte, ciencias y tecnología. y donde transformé las estructuras y vocabulario de la televisión, publicidad y música popular hacia los problemas del arte contemporáneo chileno. no llegabas al lugar por difusión masiva, el dato persona a persona era el contacto. fueron diez años donde no hubo día ni noche ni para mpi ni para los que estaban involucrados en la experiencia. perdi la pista de la cantidad de nombres que barajé para este no-name lab dirigido por un outlaw. que de hecho, lo era. y creo seguir siendolo, aunque de manera paradojica. la intensidad de dichos tiempos con sus party-arty, jam de año nuevo, trips a siberia o las multas de la policía, han quedaron parcialmente registradas en el recopilatorio que titulé malebitch.
jueves, 7 de junio de 2012
HACIA UN MERIDIANO INQUIETANTE II
bueno, los boletos para the cult y los cypress hill ya estan en la mano. estan bandas que forman parte de mi banda sonora, permiten la narración de una historia que se remonta a 1990: cuando decidí crear un taller experimental de artes arrendando una casa donde sus patios y todas las habitaciones estaban dispuestas para arriesgar la pregunta de sentido por el arte. fueron diez años trabajando en dicho lugar, de manera ardua e intensa, llegando en algún momento a tener treinta integrantes. el proyecto tenia la particularidad de no tener limites horarios ni restricciones tematicas. mucho menos condicionamientos materiales. fue una quijotada que respiró de la neopsicodelia y la inminencia de las redes sociales. una empresa condenada desde el comienzo a la quiebra. fueron años de encabezar literalmente maratones donde se hablaba de arte, hicimos obras colaborativas, recuperamos rituales perdidos o dados por olvidados. fue ahi donde sistematice las relaciones entre porno y arte. también entre arte, ciencias y tecnología. y donde transformé las estructuras y vocabulario de la televisión, publicidad y música popular hacia los problemas del arte contemporáneo chileno. no llegabas al lugar por difusión masiva, el dato persona a persona era el contacto. fueron diez años donde no hubo día ni noche ni para mpi ni para los que estaban involucrados en la experiencia. perdi la pista de la cantidad de nombres que barajé para este no-name lab dirigido por un outlaw. que de hecho, lo era. y creo seguir siendolo, aunque de manera paradojica. la intensidad de dichos tiempos con sus party-arty, jam de año nuevo, trips a siberia o las multas de la policía, han quedaron parcialmente registradas en el recopilatorio que titulé malebitch.
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