domingo, 10 de junio de 2012

En un estudio de cine de Las Vegas, Tommy Gunn, una de las estrellas de porno en EE.UU., decribía su mujer ideal: "Sacrificada y consentidora y quiere tiener una familia. Honestamente, no la voy a encontrar en este negocio".
En los ocho años que ha trabajado en la pornografía, Tommy ha realizado unas 1.200 escenas. Musculoso y con cierto parecido a Robert de Niro, Tommy ha construido una reputación donde la fiabilidad de una persona es un atributo altamente valorado.
Uno puede hacerse una idea de las películas de Tommy leyendo sus títulos. Adicto al pecado, o Danza de piel.
Unos días antes, en su casa rentada a las afueras de Los Ángeles, Tommy me mostró una pequeña armada de estatuillas que ha ganado por sus actuaciones, los equivalentes al Oscar en el porno.
En su garaje, en medio de la colección de motocicletas que testifica de su pasado como mecánico, me muestra la estantería donde tiene la coleccion de películas en DVDs donde ha aparecido.
Mientras la visita, consiguió un nuevo trabajo. Es para un video que se verá en una página de internet. Encarnará un "cliente secreto" en una tienda de videos.
El "amor" de Tommy, si es que así la podemos denominar, es la manager de la tienda, encarnada por la actriz de 23 años Tasha Reign.
Tommy me dijo que lleva soltero cuatro años. Le ha costado encontrar una relación a largo plazo con alguien que esté dispuesto a tolerar su estilo de vida, aunque posiblemente también le ha sido difícil amar a alguien que sería capaz de tolerarla.
"No es normal dejar a alguien que amas para ir a tener sexo con alguien que no amas", dijo. Después, enfáticamente, repitió: "Eso no es normal".
Para los millones de consumidores que ven pornografía, las vidas de los actores hombres puede parecer en cierto sentido una fantasía. ¿Ser pagado por tener sexo con bellas mujeres cinco o seis veces por semana? ¿Qué de eso puede ser desagradable?
Para aquellos que viven esa vida, sin embargo, la realidad es otra. Empezando porque los sueldos no son muy generosos: US$150 por escena. Y ni hablar de pensiones o seguro de salud.
Eso sin mencionar que el acto de fornicar con luces y cámaras sobre uno no es una habilidad que cualquier hombre es capaz de desarrollar. Aunque también, teniendo en cuenta la vergüenza y los efectos que puede tener en la relacion de uno, vale decir que tal vez nadie querría ser capaz de desarrolla dicha destreza.
El trabajo es difícil aún en tiempos de prosperidad. Y ciertamente estos no son tiempos de prosperidad.

Del apogeo a la depresión

La industria del porno está en crisis: sus activos se han reducido por el impacto de descargas ilegales de sitios web piratas, así como el trabajo de amateurs que cuelgan sus propias escenas pornográficas en páginas pagadas.
Hace 15 años, cuando hice mi primer documental sobre la industria del porno en Los Ángeles, el escenario era otro. En ese tiempo, las compañías de porno estaban haciendo millones.
La gran historia en ese momento eran los inmensos activos de una industria discreta que parecía estar a punto de ser reconocida como parte de la cotidianidad.
Varios actores se habían conviertido en celebridades: Traci Lords, Jenna Jameson, Ron Jeremy.
Uno de los mejores intérpretes masculinos era Jon Dougho. Tan apreciado era que una de las empresas de producción de gama alta, Vivid Video, le dio un contrato para que trabajara exclusivamente para ellos.
Me entrevisté con él en el set en hace 15 años. Era protagonista de un remake del "clásico" Debbie Does Dallas, dirigida por un exactor llamado Paul Thomas.
Jon Dough se suicidó nueve años después de nuestra conversación, a sus 43 años. Trabajaba en un mercado saturado por la difusión gratuita en el que era muy difícil hacerse un sueldo para vivir. Varias personas culparon de su muerte a la disminución en las ventas de DVDs.
Dough estaba casado con una colega actriz, Monique DeMoan, que ahora está retirada y vive a 1.300km de Los Ángeles. Según ella su esposo se suicidó por cuenta de su adicción a las drogas.
De todas formas, dice mucho de la industria que la gente relacionara de manera casi intuitiva el suicidio con la venta de DVDs.

El impacto de internet

El declive de la industria del porno es parte de una tendencia general que afecta a la música, el periodismo impreso y las películas comerciales. Las muchas formas de obtener contenido de forma gratuita han reducido los beneficios monetarios de los profesionales en sus respectivoscampos. Pero así los consumidores de cine y música tal vez sientan cierta lealtad con, digamos, Pixar o U2, y entiendan que es importante pagarles por su trabajo, los consumidores de porno no sienten reparo al robarse el producto. Muchos incluso pueden sentir que es más moral no pagar por la pornografía.

Nuevas estrategias

Las intérpretes femeninas han encontrado ingeniosas formas de renovar sus prácticas laborales.
Una noche estuve en la casa de la actriz porno Kagney Linn Karter mientras ella hacía un programa por internet en vivo desde su dormitorio.
El trabajo por webcam es uno de los pocos tipos de contenidos que no pueden ser pirateados, ya que es en vivo e interactivo.
Mientras Kagney se desvestía en su cama frente a su computadora portátil, yo me escondí en la cocina con su novio Monte.
Muchas actrices trabajan también como prostitutas para conseguir dinero extra. Mientras una actriz puede ganar entre US$600 y US$800 por una escena completa en una película porno, en una "escena privada" puede ganar el doble, y trabajando menos.
Para muchos, las películas son más un trabajo complementario que sirve de plataforma en su trabajo principal como prostitutas.

La presión permanece

Y con los sueldos en baja, y los empleos escasos, la presión no cesa.
Durante mi visita, Monte me expresó su disgusto con una escena para la que acababan de contratar a Kagney, la cual incluía un acto sexual tan decabellado que ni siquiera puede ser descrito en un foro de noticias como este.
Las opciones de trabajo para los hombres son incluso más reducidas. Para ellos no hay prostitución ni webcams. Y les pagan menos.
La alta gama de la industria, gente como Tommy Gunn, todavía consigue trabajo regularmente. Pero él todavía lucha con un sentimiento de soledad y con la extraña combinación del estigma y la fama que su extraordinaria profesión implica.
Después de que su escena en Las Vegas terminó, me reuní con él en su poco atractivo hotel, situado en en el famoso Las Vegas Boulevard.
Lo felicité por su actuación. Sabía lo extraño que eso era, pero también quería reconocer que sabía lo mucho que había tenido que controlar: la gente, la duración de la escena, la aparente falta de interés de su pareja.
"Ese es mi trabajo", dijo.
Por un momento, vi en Tommy un sentimiento de tristeza y otro de heroicidad a la vez.
Lo que no es claro es cuánto tiempo más habrá demanda por su trabajo.

 

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