9 litros de agua en plástico sobre mi cabeza, esquivo la mayor parte y los tarros de tomate y mermelada empiezan a caer en una reacción en cadena, el impacto sobre el suelo de todo este material es un único sonido.
Las expectativas de destrucción masiva kitchenera se redujeron cuando limpie los cristales rotos la salsa del suelo y recogí esos balones mortíferos de agua bendita. Sumergido en mis pensamientos bombeo sangre al doble de la velocidad habitual, la sombra se esconde entre el frigorífico y la estantería de una mini-cocina en Dublin.
skylight
jueves, 7 de junio de 2012
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