
“¡Rompa mi cuerpo esta forma pensante!” Será el cuerpo el que acabe con las elucubraciones del pensamiento extático que le intenta atraer para conducirlo a la Nada. Pero se rebela: “¡Beba mi entraña el viento naciente!”
“¡Qué sombra de tortuga / para el alma, Aquiles quieto a zancadas!”.
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