domingo, 29 de julio de 2012

SIN COMENTARIOS EN TURIN


LOS SUSPIROS DEL HOMBRE POLLA ENTRE LAS GRADAS DEL HOCKEY SOBRE HIELO, LA CUCHILLA DEL ZAPATO ROZA LA MADIBULA DE ESTA MASCOTA, MIENTRAS LOS ENAMORADOS SE INSUFLAN EL HUMO DEL VENENO DEL MOSQUITO, EN LA PARED SE HAN ESTAMPADO LOS ESFUERZOS DE ESTOS HIPERACTIVOS ACTORES.

" La euforia turinesa lo impulsa a mantener en una especie de disponibilidad interpretativa los residuos de todo lo que constituye el pasado, en el contexto actualmente vivido. Aquello que la cotidianeidad aleja para revivir sólo el hecho de un día tras otro, irrumpe en este caso bruscamente: el horizonte del pasado se aproxima hasta confundirse con el nivel cotidiano, y se accede ahí al mismo nivel; por el contrario, las cosas cotidianas súbitamente adquieren distancia: ayer se convierte en hoy y anteayer desborda en el día siguiente. El paisaje de Turín, los sitios monumentales, los paseos a lo largo del Po aparecen bañados en la luminosidad de "Claude Lorrain" -la edad de oro de Dostoievski- donde lo diáfano suprime el peso de las cosas para profundizarlas en una extensión infinita. El centelleo de la luz es el de la risa -la risa donde estalla la verdad: risa con la identidad de Nietzsche en la que estallan todas las identidades. Así estalla también el sentido que todo puede tener o perder para cualquiera, no según un encadenamiento limitado, no según un contexto estrecho, sino según las variaciones de luz, de enfoque; ya sea que la iluminación sea percibida por la mente antes que por el ojo, ya sea que de esos rayos emane una reminiscencia. "




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