LOS SUSPIROS DEL HOMBRE POLLA ENTRE LAS GRADAS DEL HOCKEY SOBRE HIELO, LA CUCHILLA DEL ZAPATO ROZA LA MADIBULA DE ESTA MASCOTA, MIENTRAS LOS ENAMORADOS SE INSUFLAN EL HUMO DEL VENENO DEL MOSQUITO, EN LA PARED SE HAN ESTAMPADO LOS ESFUERZOS DE ESTOS HIPERACTIVOS ACTORES.
" La
euforia turinesa lo impulsa a mantener en una especie de disponibilidad
interpretativa los residuos de todo lo que constituye el pasado, en el
contexto actualmente vivido. Aquello que la cotidianeidad aleja para
revivir sólo el hecho de un día tras otro, irrumpe en este caso
bruscamente: el horizonte del pasado se aproxima hasta confundirse con
el nivel cotidiano, y se accede ahí al mismo nivel; por el contrario,
las cosas cotidianas súbitamente adquieren distancia: ayer se convierte
en hoy y anteayer desborda en el día siguiente. El paisaje de Turín, los
sitios monumentales, los paseos a lo largo del Po aparecen bañados en
la luminosidad de "Claude Lorrain" -la edad de oro de Dostoievski- donde
lo diáfano suprime el peso de las cosas para profundizarlas en una
extensión infinita. El centelleo de la luz es el de la risa -la risa
donde estalla la verdad: risa con la identidad de Nietzsche en la que
estallan todas las identidades. Así estalla también el sentido que todo
puede tener o perder para cualquiera, no según un encadenamiento
limitado, no según un contexto estrecho, sino según las variaciones de
luz, de enfoque; ya sea que la iluminación sea percibida por la mente
antes que por el ojo, ya sea que de esos rayos emane una reminiscencia.
"
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