EL LADO TRASERO DE LA BELLEZA (DE CULO Y CONTRA LA RECESIÓN)
Verdaderamente quedan siempre pocas palabras para aludir a la dimensión trasera de la verdad. La verdad, en tanto que verdad, es que siempre pareciera darse de modo recto y directo, se nos muestra delante de nosotros, ante nuestros ojos. Y siempre queda relegado y olvidado lo-de-detrás-de-la-verdad, la verdad considerada en su estado trasero. La verdad nos hace libres de modo genuino si nos percatamos de lo trasero de la verdad, de aquello donde se soporta para poder mostrarse en su directa rectitud delantera. Por tanto, la verdad le debe mucho a su trasero, siempre desconsiderado por la pacata visión metafísica estrecha, enderezado únicamente al darse de lo delantero, de lo-que-tengo-ahí-delante. El trasero es un elemento desconstructor de la llamada "metafisica de la presencia", que reduce el ser del ente a la mera presencia, al ser presencial, a la reducción del tiempo con el ékstasis temporal del presente. Una ontología (del tocar) del trasero se constituye como una fuerza correctora de la unilateral, parcial y distorsionada metafísica de lo delantero y abre a una nueva experiencia del logos del ser. Dar por detrás, como decía Deleuze, es el gesto de un nuevo inicio del pensar la constituyente alteridad de lo que se nos presenta fenomenológicamente como lo "ahí-delante", de aquella condición de posibilidad de articular lo delantero con aquello que siempre quedó relegado a la valoración moral, estética, política y metafísica negativa, a saber, lo/el trasero. Dar por detrás para reivindicar lo trasero como la alteridad constituyente de lo que tenemos siempre "ahí-delante" Dar por detrás como praxis para superar la recesión de ideas.
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