viernes, 24 de mayo de 2013

TERIYEKI TI YEC. Don Crutchfield y los isopandas














En 1979, yo tenía treinta años y era caddy en el campo de golf del club de campo de Bel-Air. El 6 de enero de ese año me puse a rezar. Había reunido notas para Réquiem por Brown, mi primera novela, el año anterior. Dije: «Dios, por favor, haz que este libro exista». Mi oración fue atendida y me puse en marcha. Supe que era un buen inicio y no he vuelto a mirar atrás. Una vez entré en un edificio y un dóberman me atacó. Y yo le pegué para salvar la vida. No me arrepiento. Me encantan los perros. Ladro como 
un perro. Y la leyenda es muy desproporcionada. Entraba en casas, como Crutchfield, y olía la ropa interior de las mujeres. En mis memorias, Mis rincones oscuros, afirmo: lo hice entre quince y veinte veces en total. Nunca me pillaron. Era un tipo raro; muy cauteloso, cobarde, circunspecto. Estaba dentro no más de veinte minutos o media hora. Veinte veces: eso suma diez horas. Me he pasado más de diez horas al día en bibliotecas públicas leyendo libros. Sí, entrar en casas ajenas tiene algo de leyenda. Yo era un delincuente menor. Sólo era peligroso para mí mismo. Lo más peligroso que había en mí era mi acné. Leer libros en una biblioteca no es tan dramático.

Escritura automatics. La mochila se ajusta con un zip y unos velcros, la piscina está llena y el gresite brilla como las escamas de un sargo picudo. Ese pasto te desborda la parcela y entre tanto el sudor se transforma en gasoil super. Un ritmo suave. uno Los rasgos de carácter que me definen, que me han convertido en quien soy. Bien.  Se transformó en una curiosidad por la historia criminal y social de Los Ángeles, y también de Estados Unidos. El hecho de que tengo un gran talento, una persistencia, una gran diligencia y una meticulosidad sobrehumanas. 

Y siempre soy consciente de que trato de ser mejor, de aprender de mis errores. 
Tengo una gran conciencia de Dios, de mis lectores, para mejorar y mejorar y mejorar como escritor. 
Así que he escrito libros cada vez más largos, libros distintos, utilizando diversos estilos. Los otros seis o siete atributos que podría añadir a eso para explicar quién soy… Vaya. 
Soy divertido, puedo hablar delante de público y sé cómo interpretar. Me gusta divertir a la gente. Y la gente no está acostumbrada a que los escritores le diviertan. 
Mi mayor héroe no es escritor. Creo que ese hombre es el artista más grande que Dios y la civilización han creado jamás. Está por encima de los demás. En su genio, en su coraje. 
Él me enseñó más que nadie. Beethoven. 
Él es forma, revolución, contenido. 
Es el desencadenamiento del poder implícito en el lenguaje de los sonidos.  

Nadie cree en la versión oficial del gobierno, sobre la historia de España o la de Estados Unidos. Todos tendemos al escepticismo. Así que, ¿por qué no decirte de buenas a primeras que ésta es la verdad, aunque sean un montón de trolas y me las haya inventado yo? ¡Vas a creértelo! Te lo creerás si la infraestructura primaria de grandes acontecimientos públicos es creíble y los personajes de ficción interactúan convincentemente con los personajes de la vida real.

James Ellroy

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