martes, 28 de mayo de 2013

Regularidad y Simetría, Campari con zumo de naranja. Vapor en el cuarto de la caldera. [...] es seguro que todo lo que he ideado anticipadamente, con buen ánimo, palabra por palabra


 O bien de un modo incidental pero con palabras precisas, al intentar trascribirlo en mi escritorio, queda seco, alterado, inmovilizado, molesto para cuanto me rodea, temeroso, pero sobre todo fragmentario (Kafka 1995, p. 101).



Creo que el encanto infinito y misterioso que reside en la contemplación de un pez ballena o un navio, y sobre todo de uno en movimiento, se debe, en el primer caso, a la regularidad y a la simetría, que son una de las necesidades primordiales del espíritu humano, en el mismo grado que la complicación y la armonía; y en el segundo caso, a la sucesiva multiplicación y a la generación de todas las curvas y figuras imaginarias operadas en el espacio por, los elementos reales del objeto.(Bd)

[...] extraña empresa, contradictoria, esfuerzo por actuar donde reina la inmensa pasividad, exigencia que quiere mantener las reglas, impone la medida y fija un objetivo, en un movimiento que escapa de toda intención y de toda decisión. [...] Es notable que estos caracteres se apliquen también a otra experiencia, aparentemente menos peligrosa, pero tal vez no menos loca: la del artista. [Éste] está ligado a la obra de la misma extraña manera en que está ligado a la muerte el hombre que la toma como fin (Blanchot 1969a, p. 97).
Cuando miramos lo que está delante de nosotros no vemos lo que está detrás. Cuando estamos aquí, es a condición de renunciar a allá: el límite nos mantiene, nos retiene, nos empuja hacia lo que somos, nos vuelve hacia nosotros, nos aparta de lo otro, hace de nosotros seres apartados. Acceder al otro lado sería entonces entrar en la libertad de lo que no tiene límites (Blanchot 1969a, p. 124).

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