jueves, 7 de marzo de 2013




truenos y relámpagos anteceden mi subida a los acantilados conquenses. la lluvia corre por la ciudadela antigua bañándome como la primera vez que pisé el viejo mundo. pero esta vez, nunca jamás sube acompañado, poco antes de partir al fin del mundo, al de los valles surcados por lotófagos y caníbales, enmarcados entre cordilleras piratas por siempre jóvenes. 

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