viernes, 1 de marzo de 2013



Barrie: "Según todas las leyes no escritas sobre la guerra salvaje siempre es el piel roja el que ataca y con la astu cia propia de su raza lo hace justo antes del amanecer, hora en la que sabe que el valor de los blancos está por los suelos. Los blancos, entretanto, han levantado una tosca empalizada en la cima de aquel terreno on dulado, a cuyos pies discurre un riachuelo, ya que estar demasiado lejos del agua supone la destrucción. Allí esperan el violento ataque, los inexpertos aferrando sus revólveres y haciendo crujir ramitas, mientras que los veteranos duermen tranquilamente hasta justo antes del amanecer. A través de la larga y oscura. no che los exploradores salvajes se deslizan, como serpientes, por entre la hierba sin mover ni una brizna. La maleza se cierra tras ellos tan silenciosamente como la arena por la que se ha introducido un topo. No se oye ni un ruido, salvo cuando sueltan una asombrosa imitación del aullido solitario de un coyote. Otros bravos contestan al grito y algunos lo hacen aún mejor que los coyotes, a quienes no se les da muy bien. Así van pasando las frías horas y la larga incertidumbre resulta tremendamente agotadora para el rostro pá lido que tiene que pasar por ella por primera vez, pero para el perro viejo esos espantosos gritos y esos silencios aún más espantosos no son sino una indicación de cómo está transcurriendo la noche."

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