Tres motivos me llevaron a visitar la muestra del dúo español PSJM en Chile: uno, soy fan del arte geométrico gracias a las miles de horas que Ramón Vergara Grez (1923-2012) y Matilde Pérez (1916-2014) me dedicaron en el pasado siglo para sensibilizar mi comprensión del formalismo nacional, regional y global. Dos, tuve conocimiento de la obra de Cynthia y Pablo en Europa y como artista formado en el neoliberalismo más ortodoxo, tuve curiosidad por el uso que hacen de los "recursos comunicativos del capitalismo espectacular" y, aquí voy al punto tres, ver cómo lo asocian a la tradicional frase de amor patrio con la cual los chilenos rematan sus acontecimientos de la más diversa índole, una frase donde la expresión del amor alude al excremento. El culto a las heces no es casual, sobretodo después de Ferenczi y sus análisis de las relaciones infantiles del soltar (gastos) y retener (economizar) la caca con la conducta adulta de encontrar placer (regalos) como displacer (deudas) con el dinero. A propósito, mi relato ocurre en la misma semana de la visita al país del geógrafo social David Harvey, uno de mis autores predilectos para analizar la loca economía lucrativa que nos enmarca.
El uso que los PSJM hacen de la frase local con ribetes escatológicos me pareció interesante porque la sitúan en un momento histórico específico y en relación a una anécdota puntual: la victoria electoral de Salvador Allende, el primer presidente socialista en llegar al poder mediante las urnas y de cómo la noticia del cómputo que da la victoria al candidato de la Unidad Popular detona el ¡Viva Chile, mierda! Los artistas españoles logran alejar con este destacado doble enroque citacional, la apropiación de la frase hecha por el primer presidente de derecha post-dictadura en el momento mismo del mediático rescate de 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad. De hecho, el gobierno de Sebastián Piñera utilizó la expresión como eslogan de su mandato incluído el importante Encuentro Nacional de la Empresa de Chile (ENADE). La impresión que me dejaron los PSJM fue que "rescataron" la frase de este otro rescate, otorgando al monolito geométrico exhibido el carácter social crítico que desean manifestar.
De repente, una intervención sonora interrumpe por intervalos el mutismo de la instalación "geométrico social", contenida en la Galería Metropolitana. Me detengo a escuchar. Y a hilar recuerdos dormidos. No pude obviar tras la escucha un hito de la cultura de la predictadura: el popular poema de 1965 ¡Viva Chile, mierda! del escritor "allendista" Fernando Alegría, que circuló también en formato vinilo y donde la profunda voz del actor Roberto Parada recitándolo, quedaron como testimonios del orgulloso espíritu de una época donde la búsqueda de lo nacional en el finis mundi no contemplaba la marginación social. Ambos sonidos, el exhibido y el recordado se tornaron no por casualidad ruidosos sin serlo. Visitar-la-visita realizada por los PSJM a la memoria cultural de un país cuando no se imaginaba neoliberal le otorga, creo, a nuestra percepción de lo geométrico esa actualidad significativa que sabemos que nunca perdió, pero que olvidamos. Corrijo: eludimos. Y no necesariamente como reflejo (de la dificultad) del hablar sobre (y cómo) manejar dinero.
El uso que los PSJM hacen de la frase local con ribetes escatológicos me pareció interesante porque la sitúan en un momento histórico específico y en relación a una anécdota puntual: la victoria electoral de Salvador Allende, el primer presidente socialista en llegar al poder mediante las urnas y de cómo la noticia del cómputo que da la victoria al candidato de la Unidad Popular detona el ¡Viva Chile, mierda! Los artistas españoles logran alejar con este destacado doble enroque citacional, la apropiación de la frase hecha por el primer presidente de derecha post-dictadura en el momento mismo del mediático rescate de 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad. De hecho, el gobierno de Sebastián Piñera utilizó la expresión como eslogan de su mandato incluído el importante Encuentro Nacional de la Empresa de Chile (ENADE). La impresión que me dejaron los PSJM fue que "rescataron" la frase de este otro rescate, otorgando al monolito geométrico exhibido el carácter social crítico que desean manifestar.
De repente, una intervención sonora interrumpe por intervalos el mutismo de la instalación "geométrico social", contenida en la Galería Metropolitana. Me detengo a escuchar. Y a hilar recuerdos dormidos. No pude obviar tras la escucha un hito de la cultura de la predictadura: el popular poema de 1965 ¡Viva Chile, mierda! del escritor "allendista" Fernando Alegría, que circuló también en formato vinilo y donde la profunda voz del actor Roberto Parada recitándolo, quedaron como testimonios del orgulloso espíritu de una época donde la búsqueda de lo nacional en el finis mundi no contemplaba la marginación social. Ambos sonidos, el exhibido y el recordado se tornaron no por casualidad ruidosos sin serlo. Visitar-la-visita realizada por los PSJM a la memoria cultural de un país cuando no se imaginaba neoliberal le otorga, creo, a nuestra percepción de lo geométrico esa actualidad significativa que sabemos que nunca perdió, pero que olvidamos. Corrijo: eludimos. Y no necesariamente como reflejo (de la dificultad) del hablar sobre (y cómo) manejar dinero.
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