En 1998 decidí diseñar portadas a todo lo que hacía. No fue el comienzo de mi interés por los carteles de cine, carátulas de discos y portadas de libros pero es cuando empecé a sistematizar el gusto del diseño gráfico con mis intereses artísticos, retomando en clave pop lo ya trabajado en mis envíos por fax y web donde eran notorias las influencias de Peter Saville, Jamie Reid, Vaughan Olivier, los hermanos Larrea o Peter Whorf. Así, desde entonces mis Obras Invisibles adquieron otro grado más de extrañamiento y desautomatización, como me recomendó Shklovski a finales de los años ochenta. Bueno, también Brecht con su "efecto de distanciamiento".
viernes, 7 de noviembre de 2014
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